En las entradas anteriores hemos hablado de registros materiales, de registros habitacionales, de infraestructuras hidráulicas, de inscripciones y de los personajes de los que hablan, tanto a nivel honorífico como funerario en la ciudad de Iliberri (Granada). Pero no podemos cerrar esta serie de capítulos sin echar un vistazo al ager, al territorio que dependería de Iliberri. ¡Bienvenidos a Hispania!
En primer lugar, habría que ubicarse espacialmente para comprender el territorio que podría depender de esta ciudad, si bien sería difícilmente precisable, ya que no se han encontrado restos de parcelación o centuriaciones. En este caso tendríamos que tener como límite al norte el municipio de Ilurco (Pinos Puente) así como Acci (Guadix) más al noreste. Al este sería difícil precisarlo y al Sur tendríamos a Sexi (Almuñécar), que ya pertenecía a otro conventus, concretamente el de Cádiz. De este modo quizá fueran las estribaciones de Sierra Nevada los límites del ager iliberritanus. La gran cantidad de asentamientos rurales que hay en la vega ponen de manifiesto una vez más el uso que se daría a la misma así como la principal fuente de recursos y aprovisionamiento de la ciudad. Así pues, tenemos que hablar de asentamientos potencialmente rurales que hoy están insertos dentro de la trama urbana como es el caso del hallado en el siglo XIX en las cercanías del río Darro en lo que hoy es San Juan de los Reyes donde, como decíamos arriba, se documentaron los restos de una posible vía con enterramientos asociados. Podría tratarse de una villa o una casa a las afueras de la ciudad. También tenemos que hablar de la ocupación de la plaza de Mariana Pineda pues aparecieron muros y restos de tejas. Otra zona es la intersección de la calle Varela con San Antonio, donde aparecieron restos estructurales que podrían ser de un asentamiento rural; la cerámica tenía un recorrido histórico desde el Ibérico Reciente hasta la sigillata tardía.

Yéndonos un poco más lejos, en camino de Ronda, encontramos otra estructura de explotación agrícola a la que pertenecía otro espacio de necrópolis, así como la necrópolis tardía del Colegio de la Presentación, seguramente asociada a otro de estos asentamientos rurales.
Otro asentamiento rural de vital importancia es la villa de la calle Primavera, la cual presentaba una ostentación clara mediante mosaicos y salas con un extremo absidado decoradas con paneles musivarios. El estudio de la villa ha arrojado una cronología de entre el siglo I d.C. al V d.C., momento en que la villa alcanza todo su esplendor. Tras unas remodelaciones, tendrá lugar una decadencia y un empobrecimiento del lugar que conllevará su abandono definitivo, convirtiéndose así en espacio de necrópolis. También tenemos que hacer referencia a la villa de Armilla, en la que se hallaron una serie de dependencias, presumiblemente de uso agrícola, que estuvieron en funcionamiento entre el siglo II y III d.C. perdurando hasta el V d.C. De nuevo tenemos asociada a ella otra área cementerial, donde se pudo leer en unas inscripciones de los ladrillos de una de las tumbas Valerio Larense. Otro ejemplo clásico es la villa de La Gabia, identificada también a principios del siglo XIX, y con una serie de decoraciones de época tardía. Se pudo documentar que estuvo fundamentalmente dedicada al cultivo del olivo y a la producción de aceite dada la entidad del torcularium del lugar, que contenía numerosos huesos de aceituna fosilizados por un incendio así como huesos de uva.

Tampoco podíamos olvidar los restos de la villa de la calle Recogidas, aparecida a raíz de las obras del metro y de la que sólo pudieron localizarse dos estancias, así como algunos enterramientos asociados a las mismas, por lo que una de ellas sería probablemente un mausoleo. Dentro del mismo se encontró una inhumación alineada con la entrada a la estancia realizada con mejor manufactura que el resto, posiblemente perteneciente al dueño del mismo y al cual había asociadas dos inhumaciones más compartiendo el espacio constructivo, quizá su familia.
Finalmente, tampoco hay que descuidar la excavación de urgencia llevada a cabo en la villa de Mondragones, pues, si bien en todas las villas encontradas fuera del perímetro urbano de Iliberis se han hallado cementerios propiamente rurales que reflejan un estatus social sencillo de los allí inhumados, en Mondragones pude comprobar personalmente cómo en lo que otrora fuera la almazara de aceite situada en el torcularium de la villa se clavaron unos postes para vivienda encima de una de las placas dispuestas para evacuar el aceite, realizadas con mármol de Sierra Elvira. Evidentemente de estos postes tan sólo quedan los negativos, pero en los mismos aparecieron restos cerámicos pertenecientes a los siglos V, VI y VII, lo cual nos da una información muy relevante de cómo estaría orquestado este espacio. Tampoco hay que olvidar que en esta misma villa se halló un edificio de planta cuadrangular, sólidamente construido y en torno al cual había varias sepulturas, datado en los siglos VI y VII. Quizá esta villa o al menos parte de ella estuvo en uso hasta las invasiones bereberes del siglo VIII.

Todas estas explotaciones rurales deberían haber estado interconectadas mediante caminos, si bien y seguramente debido a ser una zona de vega que recibe aluviones de crecidas de río se hallen enterrados bajo varias capas de sedimentos o simplemente se tratasen de caminos de tierra ya desaparecidos. A pesar de todo, Iliberri se encontraba alejada de la vía principal de la zona que era la vía Augusta, pues desde Guadix esta se dirigía hacia el Norte, hacia Cástulo. Las vías de comunicación de la zona de Granada serían seguramente secundarias, aprovechando los pasos naturales ya que no son mencionadas en los itinerarios antiguos. Una de ellas iría por el norte pasando por Ilurco hasta enlazar con la vía Augusta. Otra iría hacia Occidente, siguiendo el cauce del río Genil. Evidentemente, Iliberri estaría conectada con la costa, en dirección a Almuñécar. Finalmente habría otra que enlazaría Iliberri con Acci siguiendo el cauce del Darro y Aguas Blancas, para después continuar hasta Murcia. Este tramo habría sido rastreado en los términos de Beas y La Peza, siguiendo por el cauce del río Aguas Blancas y el pantano de Quéntar, donde se documentaron numerosas villas.
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