En el artículo anterior, hicimos un recorrido por la monarquía sueva y sus representantes tras la derrota del río Órbigo, perpetrada por el rey godo Teodorico. Con un tremis del último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, como imagen destacada, hoy recorreremos los últimos coletazos del Imperio Occidental y lo que ello significó de cara a establecer un reino suevo independiente. ¡Bienvenidos a Hispania!
Los desaires de Remismundo.
Nos encontramos en el año de partida de 466, y Eurico ha asesinado a su hermano Teodorico para hacerse con el reino godo de Tolosa. El nuevo rey envió embajadas a todos los entes políticos de relevancia de su entorno, desde Rávena hasta Gallaecia, embajadas que el suevo Remismundo rechazó inmediatamente, mandando las suyas propias al emperador, a los mismos godos y a los vándalos. Es posible que la muerte de Teodorico fuera vista como una ruptura de lo establecido en pactos anteriores, y el hecho de rechazar las embajadas godas para mandar él las suyas es visto como un pulso de fuerza del suevo, que quiso tomar la iniciativa frente a los godos. Los primeros en sufrir la “independencia” institucional sueva fueron los propios hispanorromanos de Gallaecia, pues Hidacio nos dice que los suevos salieron a por botín en todas direcciones, incluso a la Lusitania, donde el mismo Remismundo encabezó una expedición.
Imagen 1. Eurico, rey de los godos (466-484 d.C.). Este monarca godo vio caer al Imperio Romano de occidente y supo aprovechar muy bien sus recursos para convertir al reino visigodo en el reino más poderoso de Occidente en el siglo V. Fuente: wikimedia.org
Hidacio nos cuenta que los suevos entraron por segunda vez en Conimbriga, no como una operación destinada a buscar botín, sino en una verdadera operación de castigo; ya que es posible que el núcleo urbano se hubiera constituido en resistente frente a la presencia sueva en Gallaecia. Los suevos continuaron descendiendo, y a comienzos del 468 entran en Lisboa, ayudados por el gobernador local. Es en este momento cuando los godos comienzan a acosar y a atacar a los suevos en Hispania dada su “libertad autoproclamada”. Poco después, tenemos noticias de que el suevo mandó saquear el territorio de Astorga, donde apenas ya tenía influencia, y los godos respondieron de nuevo con acoso y hostilidad. La última noticia política que tenemos de Hidacio es que Remismundo envía una embajada al emperador para poder mediar con Eurico una tregua o un tratado de paz, por lo que parece que el pulso de fuerza iniciado por el suevo contra el godo no tuvo mucho éxito.
Es en el año 469 cuando Hidacio interrumpe su narración. No parece que lo haya hecho de repente sino que al parecer ha tenido tiempo de pensar en un final grandilocuente y apropiado, muy acorde con el final apocalíptico de los tiempos que en la Antigüedad palpitaba constantemente:
El año se manifestó extraordinariamente severo; en invierno, primavera, verano y otoño, la atmósfera y los frutos estuvieron confundidos (…) En el río Miño, a unas cinco millas del municipio Lais, se pescaron cuatro peces de aspecto y forma extraordinarios. Estaban inscritos con letras hebreas y griegas, y con los números de las eras en latín, esto es, las CCCLXV que cierran el año. Con pocos meses de tiempo, no lejos del municipio, una especie de granos, como lentejas verdísimas, como la hierba, y llenas de amargor cayeron del cielo (…) (En Pablo C. Díaz, 2013, p.100).
Hidacio había comenzado su narración aborreciendo la llegada de los bárbaros por trastocar el orden romano, del universo, y acababa ahora diciendo que definitivamente los bárbaros habían alterado el curso de los astros y las estaciones con claros tintes apocalípticos. El reino suevo perduraría más o menos un siglo después del final de la crónica de Hidacio.
Imagen 2. Teatro romano de Clunia (Burgos). Este asentamiento dio nombre al conventus cluniacensis, territorio denominado como tal con la reforma provincial de Diocleciano y en el que los visigodos comenzaron su asentamiento hasta el punto de que la historiografía posterior bautizó estas tierras como «Campos Góticos». Fuente: condadodecastilla.es
Los suevos logran finalmente su reino.
Todo apunta a que los suevos llegaron a un acuerdo con los visigodos. A pesar de todo el problema que se nos plantea es cómo se ha pasado de una situación de acoso visigodo en 469 a un supuesto reino suevo independiente pocos años después. No estamos muy seguros, por falta de testimonios, de si la embajada que Remismundo envió al emperador Procopio Antemio sirvió para mediar un pacto con Eurico, pero lo que sí parece seguro es que a la muerte del emperador, acaecida en 472, Eurico se desentiende ya de cualquier trato con el Imperio y comienza a dar entidad a un reino visigodo independiente: En 472 ocupó la Tarraconense, donde aún se obedecía a Rávena, y en el 476 ya había conquistado Zaragoza, Pamplona, y toda la provincia. Conquistó la Auvernia y Marsella, dando así salida al mar al reino y llegando hasta el límite con la Península Itálica. En 475, un acuerdo con el emperador Nepote reconoce ya el control de los visigodos sobre Hispania. En este momento Sidonio Apolinar fija la ruptura de los acuerdos con Roma y utiliza el término regnum para referirse a los visigodos.
En este momento cambia todo el panorama político de Occidente, pues con la caída del Imperio cambian intereses y fidelidades. El avance hacia el sur, al margen de cualquier autoridad ya, requiere cautela y astucia, pues algunos aristócratas romanos apoyarán a los visigodos y otros se enfrentarán a ellos. Con este panorama tan complicado ante los visigodos, los suevos ocuparon un segundo lugar en sus prioridades políticas, más aún cuando francos, burgundios y alamanes empezaron a presionar desde el Norte tras la muerte de Eurico. A nivel poblacional, la crónica caesaraugustana ya reconoce a finales de siglo que hay poblaciones godas asentadas en la Meseta centro oriental y sus zonas limítrofes. La aún lejana crónica albeldense denominará como Campi Gothici estas tierras de la actual Palencia (Castilla y León), correspondientes al territorio de Clunia, que quedó reflejado jurídicamente en la provincia Gallaecia. Si estos asentamientos eran militares o campesinos es una disyuntiva que no tiene cabida, pues parece que ahora sí los godos comienzan a ocupar el territorio de forma ordenada y permanente, conllevando ello que se trate tanto de campesinos como de guerreros. La derrota frente a Clodoveo en 507 no hizo sino afianzar este proceso de asentamiento, al tiempo que los suevos ya habían establecido una frontera al norte del Tajo por el sureste y haber estabilizado su territorio al oeste, en torno a la antigua Vía de la Plata.
Imagen 3. Vista de Tierra de Campos o los denominados «Campos Góticos» (Palencia). La extensión de estos terrenos se corresponde muy bien con el modelo económico fundamentalmente ganadero de los visigodos. Con el tiempo, los godos ocuparían terrenos más meridionales hasta tener en el centro de la Meseta su núcleo habitacional. Fuente: rutacultural.com
Ignoramos si este proceso de conformación de un reino suevo independiente, propiciado por la caída del imperio, se hizo de forma pacífica o más bien violenta. Lo suyo es pensar que encontrarían la misma oposición que los godos, protagonizada por enfrentamientos como los de 496 de manos de un tal Burdunelo o los de 506 de manos de un tal Pedro en Tortosa que eran aún reacios a aceptar un orden político nuevo que les venía desde arriba.
Bibliografía:
DÍAZ, P.: El reino suevo (411-585), Akal, 2013.
JIMÉNEZ GARNICA, ANA Mª: Nuevas gentes, nuevo Imperio: los godos y Occidente en el siglo V, UNED Editorial, 2010.