En la entrada anterior hicimos un recorrido a través de los primeros reyes suevos y cómo estos mezclaron diversas estrategias –desde el saqueo hasta las negociaciones con la nobleza local– para asentar su dominio sobre Gallaecia primero y sobre gran parte de la Península después, bien ejerciendo un control directo, como en el noroeste, o un control más bien nominal afianzado con expediciones de saqueo, como en el resto de territorios. Vimos cómo poco a poco la osadía sueva fue a más, hasta que los visigodos de Teodorico II le pusieron fin en la batalla del Órbigo en 456, batalla en la que los suevos perdieron a su rey Rechiario. Hoy veremos las consecuencias y cómo el reino suevo continuó su historia prácticamente ya bajo tutela visigoda. ¡Bienvenidos a Hispania!
El vacío de poder y el varno Agiulfo.
Las noticias que Hidacio nos cuenta tras la batalla del Órbigo hacen mención a la destrucción del reino suevo y a la aparición de una situación de anarquía incluso en su diócesis. En teoría, tras la derrota el territorio suevo debería haber quedado bajo control visigodo o al menos bajo su protección, pero no fue así; tanto Hidacio como Jordanes nos dicen que la victoria de Teodorico sirvió para crear anarquía e incertidumbre rompiendo las relaciones tácitas que se habían establecido entre suevos e hispanorromanos, y que en ningún caso la provincia fue puesta de nuevo bajo control romano o visigodo. Nuestro cronista principal hace alusión a las fechorías de latrones, que hacían el mal por toda la provincia; y no es un término baladí, ya que Hidacio es especialmente cuidadoso en su terminología. Cuando menciona a bandas de latrones es posible que haga referencia a bandidos en su más amplio espectro o a gropúsculos de suevos desorganizados que pululaban saqueando. No parece probable que con ese término haga referencia a la nobleza local ejerciendo algún tipo de reivindicación, ya que de ser así lo diría sin problemas.
Entra aquí en escena un individuo, probablemente de origen varno, de nombre Agiulfo/Aiulfo, que al parecer desertó del bando godo para ir a Gallaecia con intención de alzarse en el trono suevo. Este individuo lo dará por muerto Hidacio cuando en 457 muera derrotado por Teodorico. Pero ¿Quién es este individuo? Jordanes es quien le atribuye la nacionalidad varna y lo anuncia como un jefe con un séquito que se vendería al mejor postor. Al parecer éste Agiulfo fue puesto a la cabeza de los suevos por Teodorico para controlarlos, pero terminó por pasarse al enemigo y alzarse contra el godo:
Teodoredo perdonó a los vencidos tras obtener la victoria, no permitió crueldades después de la batalla y puso al frente de los suevos a un cliente suyo llamado Aquivulfo; pero al poco tiempo éste se dejó convencer por los suevos y se convirtió en un traidor negándose a cumplir las órdenes que se le daban (…) creía que le correspondía esa provincia por el valor demostrado en su conquista junto a su señor. Este hombre pertenecía por nacimiento al ilustre linaje de los varnos, muy lejano a la nobleza de sangre goda y por ello no apreciaba mucho la libertad ni podía mantenerse leal a su patrón. Cuando Teodoredo tuvo noticia de esto envió inmediatamente a sus tropas contra él para que lo expulsaran del reino que había invadido. Estas llegaron sin tardanza y lo vencieron en el primer combate, cobrándose la venganza que correspondía a sus acciones (en C. DÍAZ P., 2013, p. 72).
De este fragmento deducimos que el vacío de poder en Gallaecia llevó a un cliente de Teodorico a querer ser rey de aquel reino —tal y como lo califica Jordanes, que no provincia— y cómo el rey godo, ante la traición, reaccionó con contundencia probablemente por iniciativa propia, fuera de cualquier orden romana.
Imagen 1. Lienzo de muralla medieval de Astorga (León). Esta ciudad, importante enclave de destino de la vía de la plata, se encontró a menudo en territorio de frontera entre suevos y godos hasta que finalmente el reino suevo se integró en el visigodo. Fuente: wikimedia.org
También se encontraría fuera de cualquier orden romana el que Teodorico decidiese saquear Astorga y Palencia hasta la última moneda. Según Hidacio, la campaña de 457 no estaría dirigida sólo contra Agiulfo sino que el godo, siguiendo la vía de la Plata, se dirigiría desde Astorga hacia la Galia. ¿Por qué Teodorico abandonó Hispania tan rápidamente en vez de seguir sometiendo los reductos suevos del Sur? Sabemos por Hidacio que una flota galo-italiana logró alzarse con la victoria en una batalla naval cerca de Córcega contra una incursión vándala. Por entonces el emperador romano era Avito, un emperador “protegido” por los godos, y al parecer él mismo envió regalos y presentes a Teodorico para comunicarle que había trasladado su residencia a Arlés. Todo parece indicar que Teodorico no llegó a tiempo para ayudar a Avito, que perdió el poder. El godo, “aterrorizado ante noticias tan adversas” se dirigió rápidamente hacia la Galia, pasando por la ciudad de Astorga que saqueó despiadadamente como decíamos haciéndose pasar por enviado del emperador para terminar con los restos de los suevos, y después haciendo lo mismo con Palencia utilizando la misma estratagema; contribuyendo más si cabe a la anarquía reinante en el Norte.
Solventados los problemas de la Galia que Teodorico acudió a enfrentar, el rey godo volvió a enviar a sus tropas a la Bética en sendas campañas –en 458 y 459–, arrebatando Sevilla a los suevos en estos momentos con toda seguridad, pues Hidacio dice que el obispo Sabino, exiliado cuando Rechila tomó la ciudad en 441 regresaba ahora del exilio a su sede. El interés de Roma radica ahora en controlar el sur de Hispania para reforzarlo contra las sucesivas acometidas vándalas de saqueo, y es por esto que se utilizará a los hérulos para reforzar a los godos en este territorio. Al tiempo que godos, hérulos y romanos pugnan por mantener controlada la Bética y la Cartaginense, se enviarán legados a los suevos seguramente para amenazarlos y para que se queden donde están; pero es esta concentración de esfuerzos en el Sur la que permitirá a los suevos recuperarse en Gallaecia.
Imagen 2. Mapa de la posible extensión del territorio nominalmente dominado por los suevos tras la reconquista visigoda de Sevilla entre 458 y 459. La parte dominada por los vascones no está tan clara. Fuente: wikimedia.org
Maldras y la reagrupación de los suevos.
En 460 el emperador Mayoriano se dirigió a Hispania para embarcar en la Cartaginense y dirigirse a África en una campaña contra los vándalos. Al parecer, éstos fueron avisados por unos traidores y capturaron buena parte de la flota romana, hecho que obligó a Mayoriano a regresar a Italia, derrotado. Este golpe obligó al emperador a acatar por escrito la soberanía vándala sobre toda África, Córcega, Cerdeña y las islas Baleares. Fue un golpe tan duro que Roma nunca más regresó a Hispania, quedando los asuntos peninsulares de ahora en adelante en manos de visigodos y suevos.
Por lo que respecta a los suevos, la muerte de Agiulfo en 457 los había dejado divididos entre dos reyes, Maldras y Framtano. Parece que este último duró poco, pues murió al año siguiente, y fue Maldras el que agrupó de nuevo a los suevos. Para Hidacio, este personaje es el ejemplo perfecto de la perfidia sueva, tan recurrente en él. Según el cronista, en 457 saquea la Lusitania y mata muchos romanos, obteniendo abundante botín. Bajo el pretexto de ir en son de paz entra incluso en Lisboa, que también saquea. Al año siguiente, recién muerto Framtano, saquea la parte oriental de Gallaecia, ataca Porto y de nuevo mata romanos de alta alcurnia. Esta actitud de saqueo y depredación es la misma que siguieron los suevos en tiempos de Hermerico y se debe a que ya no existen pactos con la aristocracia que los aten o los obliguen a respetar algo; la cohesión fermentada en tiempos de Rechila y Rechiario da lugar ahora a pugnas desenfrenadas entre grupos tribales con pillajes, saqueos y matanza de romanos de la aristocracia y del común.
A parte de Maldras, hay otros líderes suevos que pugnarán por la soberanía y que no desgranaremos aquí para no alargar mucho el artículo; son líderes suevos que Hidacio menciona pero que, debido a la anarquía generalizada no lograrán establecerse como reyes, tal es el caso de Frumario, Rechismundo o Remismundo –que probablemente sean la misma persona–. Sea como fuere, las referencias son demasiado parcas como para afirmar algo más allá del contexto de pugnas constantes que hemos comentado. Los visigodos se mueven entre 458 y 463 en una mezcla de acciones bélicas y envío de embajadas a los suevos que siempre fracasan debido a que no hay un interlocutor válido y firme en Gallaecia. La muerte de Rechiario había dado al traste con todo atisbo de unidad, y muchas veces los legados extranjeros no sabían si dirigirse a los “galaicos” que mencionan las fuentes, sean estos grupos genéricos o protagonistas particulares, a la aristocracia local o a la eclesiástica, que aunque se esforzaban en alcanzar pactos, éstos no eran luego respetados por los bárbaros. Así, la situación en Gallaecia era anárquica y la sensación que se tenía era de guerra civil entre los propios suevos y de éstos contra los hispanorromanos.
Imagen 3. Aunque este mapa se correspondería ya con el reino suevo del siglo VI, es interesante al respecto de los límites de los conventos, fronteras naturales y asentamientos. Fuente: asiahistoria.blogspot.com
Regresando a Maldras, Isidoro nos diría más tarde que el tal Rechismundo/Remismundo era hijo de éste y que le sucedió en el trono. Quizá dijo esto con el mero interés de buscar una sucesión ordenada porque no podemos saberlo, pero es posible que así fuera y que una gran parte de los suevos aceptasen a Remismundo como rey. A pesar de estas pesquisas, lo cierto es que desde que muere Maldras en 460 y aparece Remismundo en 465, los suevos estuvieron sin un rey efectivo.
Cuando Remismundo fue finalmente elegido con el beneplácito de Teodorico, éste se dirigió al godo para sellar una amistad, y Teodorico le envió regalos y armas además de una esposa que, según Hidacio, el godo había guardado con él. Las armas y los regalos ataban al que las recibía en un lazo de fidelidad con el que las ofrecía y, con el ofrecimiento de una esposa, se sellaban aún más las relaciones entre visigodos y suevos. Es posible que, siguiendo la tradición germánica, Teodorico “adoptara” a Remismundo como protegido y amigo generándose un vínculo guerrero muy estrecho que se denominaba adiectione. En los años más inmediatos la tutela visigoda seguiría vigente y las embajadas entre ambos reinos fueron reiteradas. Sabemos que entre 465 y 466, un gálata de nombre Aiax llegó a Gallaecia desde Tolosa y convirtió formalmente a los suevos al arrianismo con el consentimiento de su rey. No obstante, si algo hemos aprendido es que las alianzas y pactos entre monarcas germanos duraban poco, y a finales del 465 tenemos la noticia de que los suevos entraron a traición en Conimbriga, donde se ensañaron con nobles y plebeyos y donde raptaron a familiares del noble Cantaber. Ignoramos si esto se hizo con el consentimiento visigodo pero parece poco probable, ya que Hidacio nos cuenta cómo una embajada de Teodorico intentó en vano que los suevos levantaran el asedio de la ciudad y no sólo eso, sino que los embajadores fueron despedidos con desprecio. El devenir suevo parecía enturbiarse de nuevo, pero eso es algo que desgranaremos en el siguiente artículo.
Bibliografía:
C. DÍAZ, P.: El reino suevo (411-585), Akal, 2013.
JIMÉNEZ GARNICA, ANA Mª.: Nuevas gentes, nuevo Imperio: los godos y Occidente en el siglo V, UNED Editorial, 2010.