Hoy nos detenemos brevemente en desgranar la historia de Álora, una localidad malagueña que se ubica en la parte más septentrional de la comarca del valle del Guadalhorce, aproximadamente a unos 40 kilómetros de Málaga en dirección noroeste. El elemento geográfico predominante es la Sierra Huma, murallón calizo de la Cordillera Subbética que cierra el valle por el norte y donde se encuentran reclamos naturales y turísticos tan singulares como el Caminito del Rey; el monte Hacho, un gran promontorio de arenisca a cuyos pies se asienta el núcleo urbano de la localidad en una serie de tres lomas pizarrosas, muy empinadas, que flanquean el curso del río Guadalhorce en su zona de paso más estrecha de todo el valle; y la vega, zona muy fértil que ha tenido distintos usos agrícolas a lo largo de la Historia. Es por esta circunstancia que Álora ocupó un lugar estratégico y privilegiado en la vigilancia del río y por ello tendrá un papel fundamental en los hechos que describiremos en este artículo.

Época ibérica (siglos VII-III a.C.).
Los primeros datos de un asentamiento ibérico en esta zona datan de los siglos VII -VI a.C. y se corresponden con unos fragmentos de cerámica fenicia en la cima del Cerro de las Torres, donde se asentaba el oppidum ibérico. En las faldas del cerro se encuentra el Arroyo Hondo, en el cual se ha datado un complejo de producción alfarera también ibérico, en el que se han hallado fragmentos de excelentes utensilios cerámicos pintados. Este yacimiento, aunque podría arrojar información muy interesante, se encuentra actualmente muy dañado por el uso de la zona como vivienda y por la trinchera del ferrocarril que se realizó a finales del siglo XIX, tal y como se aprecia en la Figura 2.


Los asentamientos ibéricos de la comarca destacan por elegir los oteros o lugares privilegiados como el Cerro de las Torres; lugares próximos a cursos de agua y con tierras de cultivo que permitieran llevar a cabo actividades agropecuarias. El oppidum de Iluro, como se le conoce en las fuentes, sería el centro de poder desde el cual se controlaría a los demás asentamientos de la comarca, tales como las UPA (Unidades de Producción Agrícola) de Fuente Chamizo, Peñón del Negro, Fuente de la Almona, entre otras. El otro centro de poder de relevancia en el valle se localizaba en Cartima (Cártama), en la zona baja del valle y en el que destaca su monumental plaza reforzada con muros de sillares ciclópeos.
A pesar de que el lugar sigue habitado en época romana bajo la forma de municipium manteniendo el nombre de Iluro, será en el Bajo Imperio –siglo IV d.C.– cuando tengamos la primera noticia histórica de este asentamiento en la Ora Maritima de Avieno. Al parecer, la importancia de Álora quedó ligada la vía que uniría Málaga con Antequera; una vía no constatada arqueológicamente pero sí en cambio dos de sus miliarios demarcatorios hallados en el Valle de Abdalajís y en Cártama, fechado el primero en época del emperador Maximino (305-313) y el segundo fechado en época del emperador Magnencio (351-353). Es en torno a esta vía donde florecen los núcleos urbanos y villae conocidos hasta la fecha como Iluro, Cartima o Nescania (Valle de Abdalajís), las tres ciudades con el Ius Latii (Derecho Latino) otorgado por los emperadores Flavios.
Pero la ciudad romana de Iluro todavía no ha sido hallada a pesar de las abundantes evidencias materiales que abundan en el término municipal y que pueden verse en el museo municipal y, como hemos comentado, a pesar de las evidencias históricas que nos dicen las fuentes primarias donde Álora se menciona como municipium iluritanum. Las menciones latinas al municipio romano se han hallado en dos soportes en los alrededores de la localidad (CIL II, 1946 y 5486).
Las hipótesis que se barajan para la localización de la ciudad son tres. La primera defiende la superposición del poblamiento romano sobre el ibérico en el Cerro de las Torres, debido a la aparición de una pileta de grandes dimensiones descubierta en una excavación realizada en 1993 en la ladera noreste del cerro (Martínez Enamorado et al. 1993). Esta pileta, colmatada como basurero desde época medieval hasta su definitivo cegamiento en el siglo XIX podría estar relacionada, según los investigadores, con un complejo termal cercano; ya que entre los estratos de colmatación había ladrillos semicirculares propios de estos complejos, pero no se descubrieron canalizaciones cercanas o edificios que pudieran corroborarlo. Esta teoría cuenta, además, con el respaldo del hallazgo de un muro iberorromano en la intervención destinada a consolidar y poner en valor un lienzo de la medina realizado en adobe de 2021. Este muro, además, contaba con material constructivo romano (sobre todo tegulae) a su alrededor.

La segunda hipótesis baraja la posibilidad de que, tras la conquista, los romanos trasladaran el poblamiento al llano, concretamente a Canca, un paraje ondulado al pie del Cerro de las Torres con abundante presencia de agua. Esta tesis cuenta con el respaldo del hallazgo de parte de un complejo termal con hornacinas que albergarían esculturas para embellecer el espacio. Pero debido a la constatación de que el municipio de Iluro contaba con varias villae para la explotación agropecuaria del fértil entorno, no podría descartarse que este complejo termal tuviera carácter privado.

La última hipótesis aboga porque el municipio romano se trasladó al llano pero no al valle, sino a la vaguada que se genera entre el Monte Hacho, el Cerro de las Torres y el Monte Calvario. La dificultad de esta hipótesis es la ausencia —por el momento— de restos arqueológicos de época romana en las diferentes ampliaciones que ha ido experimentando el municipio. Que hasta ahora no hayan aparecido restos arqueológicos fechables en época romana no quiere decir que no estén, simplemente que no se han encontrado.

Sea como fuere, los restos arqueológicos recuperados hasta ahora solo nos hablan de manera fragmentaria de un pasado que está pero que todavía no se ha encontrado.
Conclusiones.
¿Qué había entonces en Álora a la llegada de los musulmanes? Si tenemos poca certeza de la ubicación del poblamiento romano, tampoco la tenemos de un asentamiento prolongado desde el siglo V hasta el VIII. Es probable que el asentamiento prosiguiera su existencia bajo dominación bizantina hasta la conquista visigoda de la zona en 615 por el rey Sisebuto; pero a pesar de ello no nos constan referencias o datos que así lo demuestren por el momento. Es posible, siguiendo la tendencia de otros asentamientos del valle que sí mantuvieron poblamiento durante la Antigüedad Tardía (Castillejos de Quintana, Pizarra), que Iluro se transformase en un núcleo defensivo en altura de carácter agropecuario.
La primera referencia al núcleo urbano, ya en época andalusí, vendría de manos de un autor oriental, Yaqut al-Hamawi, que en uno de sus escritos menciona el número de núcleos que integraban la cora de Rayya, demarcación a la que pertenecía la provincia de Málaga. De entre todos los municipios, el autor hace mención a un núcleo denominado Lamaya, una población habitada por bereberes y muy cercana a Ilur, también mencionada por el autor. Para esta etapa andalusí tan temprana, el autor califica toda la zona de Álora como un iqlim —término de delimitación geográfica—, por tanto entendemos que la población respondería a lo que comentábamos: un reducido núcleo poblacional en altura, de los muchos que jalonaban el valle del Guadalhorce y que fueron refugio de muchos pobladores que huyeron hacia las montañas del interior tras la conquista musulmana del territorio.
Habrá que esperar a que Omar ibn Hafsun lleve a cabo su rebelión contra Córdoba desde Bobastro para que Álora adquiera ese carácter fundamentalmente defensivo e inexpugnable mediante la construcción de un fuerte cuadrado típicamente omeya por parte de Abderramán III en el siglo X sobre los restos existentes en el Cerro de las Torres. Será entonces cuando Iluro pase a ser Al Lura y la primera fase de ocupación musulmana del Cerro de las Torres quede consolidada tal y como la conocemos hoy.
Bibliografía.
Martínez Enamorado, V. et al. (1993): «Excavaciones en el Cerro de las Torres (Álora, Málaga)» en Anuario Arqueológico de Andalucía. Actividades de Urgencia, Informes y Memorias. Consejería de Cultura de Andalucía.
Recio Rodríguez, A. (2015): «El alfar ibérico de Arroyo Hondo (Álora, Málaga). Treinta años después» en Isla de Arriarán: revista cultural y científica, Nº. 42-43, págs. 395-434.
Recio Rodríguez, A. (1987): «Aportación a la carta arqueológica de Álora (Málaga)» en Jábega, Nº 57, págs 3-9, Diputación de Málaga.


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