De Túnez a Granada. La historia del olivo «Lucio».

Esta entrada tiene el objetivo de realizar un repaso breve sobre la comarca granadina de Íllora, Granada, durante el período andalusí y, más concretamente, en los primeros momentos del establecimiento del poder emiral en Córdoba, durante el reinado de Abderramán II.

En portada: foto de un olivo milenario de la variedad lucio, de un olivar cercano a Íllora.

La motivación del artículo viene de una visita que tuve la oportunidad de realizar a la almazara Casería de la Virgen, de producción de aceite de oliva ecológico y de explotación familiar y cuyo director, Antonio, tras haberme conocido y contactado a través del blog, tuvo a bien invitarme a conocer la curiosa historia de los olivos que cultivan allí. Se trata del olivo de la variedad Lucio, ¿Lo conocíais? Su historia es de lo más interesante y os invito a conocerla a través de estas líneas.

Contexto histórico. La villa de Íllora.

El municipio de Íllora se encuentra en la comarca de los Montes Occidentales de la provincia de Granada. Los límites de la región están marcados por los cauces fluviales del Guadalquivir y del Genil al norte, del Guadiana Menor al este y el Genil al oeste y al sur.  Los Montes Occidentales se separan de sus homónimos Orientales mediante el río Cubillas, y son actualmente sus cabeceras los pueblos de Montefrío e Íllora. Las sierras del norte y del noroeste del pueblo, llamadas de Madrid y Parapanda, son ricas en manantiales que suministran el agua a Íllora y posibilitan el regadío.

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Imagen 1. Vista de Íllora con la peña donde se ubica el castillo. Fuente: wikimedia.

Son muy pocos los testimonios documentales o arqueológicos que nos hablan acerca de Íllora durante la Alta Edad Media. Las excavaciones arqueológicas realizadas permiten presumir la existencia de un hisn o castillo de cierta importancia en esta zona, con lo que Íllora se encontraría ya en esta época en una posición destacada. Desde principios del siglo XIII el territorio de Íllora quedó, como muchos otros del reino nazarí, convertido en zona de frontera, aunque ya desde época zirí tenía una importancia estratégica como guardián de uno de los accesos a la Vega de Granada. La plenitud del sistema defensivo fronterizo llega en la etapa nazarí y por eso pertenecen a este período la mayor parte de sus defensas, tanto las del enclave central como las de la red de torres-atalayas dependientes de la misma. Será, por tanto, en la época nazarí cuando Íllora adquiera su mayor importancia, y también la plenitud de su carácter defensivo, que se haría palpable en las impresionantes fortalezas y en el elaborado sistema de alertas que mantiene en su frontera.

Como decimos, la abundancia de manantiales favorecía que la zona estuviera bien abastecida de agua, y de hecho el castillo tiene nada menos que cinco aljibes. A día de hoy, aún no está claro por qué una zona con tanta abundancia de agua tenía tantas estructuras de almacenamiento de agua.

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Imagen 2. De los cinco aljibes que tiene el castillo de Íllora, este es el mayor, con tres naves separadas por arcos de medio punto ligeramente apuntados y realizados en ladrillo enlucido con cal. Este aljibe apareció completamente lleno de escombros y fue vaciado y parcialmente restaurado. Fuente: Elaboración propia.

La agricultura visigoda. El origen de la historia.

Como podemos suponer, el reino visigodo no innovó en materia agrícola a lo largo de su existencia y, al parecer, los cultivos seguían siendo prácticamente de subsistencia y según la dieta mediterránea del momento, basada en el cereal. La vid y el olivo completaban la famosa tríada mediterránea en cultivos de carácter extensivo y de bajo rendimiento.

Los medios para trabajar la tierra serían sobre todo el arado romano, que profundizaba muy poco en la tierra y no contribuía demasiado a la buena producción de esta y, por otro lado, todo tipo de útiles manuales de labranza.

El poblamiento típicamente hispano entre los siglos VI al VIII era el de pequeñas comunidades de aldea dedicadas a la agricultura o incluso de granjas unifamiliares. Los nobles hispanorromanos y la aristocracia visigoda tendrían en explotación ciertas extensiones de tierras de secano bastante poco productivas dedicadas principalmente a los cultivos que comentábamos antes y cuyo escaso excedente sería comercializado en los mercados urbanos más próximos.

Cabe destacar en relación a esta entrada que durante los siglos VI y VII principalmente, aunque las consecuencias llegaran hasta el siglo VIII, y acabado ya el reino visigodo, un fenómeno de “cambio climático” provocó que el clima peninsular se volviera sensiblemente más cálido y seco. Esta situación, unida a la agricultura tan raquítica que caracterizaba al reino visigodo, ponía en serias dificultades a toda la población del territorio con la sombría amenaza del hambre y la escasez ante cualquier avatar climático mínimamente desfavorable.

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Imagen 3. Mapa que muestra la sequía generalizada en España en el año 620, año que nos ocupa. Se sitúa en esta fecha de 620 una de las sequías importantes del sigo VII tanto por su extensión como por su prolongación. Fuente: Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente.

Entre algunos ejemplos de estos episodios de sequía y de clima un poco enloquecido tenemos una, de localización más concreta —pero también de cronología menos precisa— como es una noticia de las Vitas patrum emeritensium referente a frecuentes sequías en la zona de Mérida durante el episcopado de Inocencio entre el año 600 y 620. No obstante, las diferencias podían ser grandes de unos años a otros, además de las esenciales y tradicionales existentes entre la llamada España húmeda y la seca. Así sabemos concretamente que el invierno del 683-684 debió ser particularmente crudo en España, con abundancia de nieves y lluvias que llegaron a hacer impracticables una buena parte de las rutas terrestres. Aún más revelador puede ser otro dato transmitido por el anónimo hagiógrafo emeritense al recordar una gran crecida del Guadiana en la región de Mérida en tiempos del episcopado de Renovato —es decir, después de un periodo de frecuentes sequías en esa misma región, posiblemente cuando una muy pertinaz, iniciada en el 631 y que todavía duraba siete años después, azotaba otras zonas más nororientales de España.

La incidencia de acontecimientos catastróficos como este último en la economía agraria debía ser grande: pérdida de cosecha, muerte de animales y aún personas, destrucción de complementos tales como casas, acequias o molinos. Parece que la sequía más extrema nos ha sido transmitida a través de la vita sancti audoini, un santo de origen franco que visitó la península en el año 641 e, intercediendo ante la divinidad, volvieron las lluvias a España tras una pertinaz sequía de siete largos años redoblada por una epidemia de peste.

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Imagen 4. Se sitúa en esta fecha de 680 el inicio de otra de las sequías importantes del sigo VII tanto por su extensión como por su prolongación. Este episodio de sequía duró 7 años y afectó sobre todo a las regiones centrales de la Península.  Fuente: Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente.

La llegada del olivo lucio a la Península Ibérica.

Siguiendo las fuentes, hemos de desplazarnos hasta el siglo XII, concretamente hasta el tratado agrícola de al-Tignari. Nació en el seno de una familia granadina de noble linaje árabe en la época de los últimos ziríes granadinos, aunque no conocemos la fecha exacta, ni tampoco la de su muerte. Era originario, según Ibn al-Hatib, su principal biógrafo, de la alquería de Tignar, de la que procede su apodo, al-Tignari. De dicha alquería situada en la Vega granadina actualmente sólo quedan las ruinas de un antiguo cortijo ubicado en el pago de Tina en el término municipal de Albolote.

Su obra agrónoma “Flor del jardín y recreo de las mentes”, refleja un depurado conocimiento de botánica y medicina al referir todas las plantas, arbustos y árboles de al-Ándalus, así como los usos que se pueden dar tanto a sus hojas, raíces y frutos. También aporta indicaciones sobre el cultivo de todas las plantas que refiere, así como su abonado y los lugares más idóneos para su colocación teniendo en cuenta las características del suelo y el clima.

Es en esta obra donde al-Tignari, tirando del hilo de relatos anteriores, hace referencia a una gran sequía que asoló Hispania en el pasado, y cómo entonces, habiendo desaparecido gran parte del arbolado de al-Ándalus debido a la mencionada sequía se mandó traer en barco, —probablemente bajo el emirato de Abderramán II o III— desde la provincia de Ifriqiyya, en Túnez, una especie de olivo especialmente resistente a la sequía, robusto y resistente a la climatología adversa. Citando textualmente el fragmento: “Esta situación de pertinaz sequía se prolongó durante ocho años, y el olivar de Al-Ándalus se repobló por olivos traídos en barco desde Ifriqiyya, de ellos proceden todos los olivos de Al-Ándalus, donde quiera que estén”.

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Imagen 5. Olivo de la variedad lucio, milenario, con la población de Íllora al fondo.

Parece que la denominación “lucio”, según comentaba el director de la almazara, no le viene de aquí ni tampoco de época romana como pudiera parecer, sino de “lúcido” o “lucío”, siguiendo la pronunciación más llana, debido al reverso de la hoja que era de un color tan claro, casi plateado.

Perspectivas de futuro. La almazara Casería de la Virgen.

Como os decía al inicio de la entrada, Antonio es el gerente de la almazara Casería de la Virgen, una empresa familiar que se dedica a la producción de aceite ecológico de olivos de la variedad lucio que son centenarios y milenarios. Pero no sólo se dedican a esto, también tienen en el complejo una granja escuela para educar a los escolares los valores del ecologismo y del cuidado de la naturaleza y los ecosistemas y se dedican a divulgar la historia de esta interesante variedad de olivo por ferias y eventos relacionados con el turismo y la agricultura sostenible.

Toda esta historia comenzó gracias a que Antonio, desde un punto de vista comercial, intentó buscar algún elemento diferenciador para su producto (el aceite de oliva), que le permitiera buscar un hueco en el mercado que no copan las grandes productoras de aceite a nivel nacional. Estaba claro que su salida iba a ser el mercado gourmet y su actividad estaría dirigida a un público muy concreto, amante del ecologismo, de las “dietas verdes” y de la sostenibilidad. Y comprendió que indagar en el por qué de comprar su aceite y no otro era un buen valor añadido para su producto. Al final resultó que la investigación y los descubrimientos le gustaron tanto que su labor difusora de esta variedad de olivo y de aceite es encomiable.

Desde aquí sólo nos queda felicitar a Antonio y su familia por la gran labor que realizan. La visita fue de lo más agradable y el entorno de la almazara, con el imponente peñasco donde se asienta el castillo de Íllora es impresionante. Os recomendamos encarecidamente la visita a la zona.

Bibliografía online.

Dossier sobre la economía andalusí de la Junta de Andalucía: “La economía de Al-Ándalus” en Atlas de la Historia del Territorio de Andalucía. https://www.juntadeandalucia.es/institutodeestadisticaycartografia/atlasterritorio/at/pdf/36_laeconomiadealandalus.pdf (consultado el 13/03/2020).

La página web de la almazara Casería de la Virgen: http://caseria.org/ (consultado el 13/03/2020).

Anexo del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente con las sequías registradas en España: https://www.miteco.gob.es/images/es/anexo1-fichas-eventos-sequia_tcm30-436652.pdf (consultado el 13/03/2020).

Bibliografía impresa.

García Moreno, L.A. (1986): “El campesino hispanovisigodo entre bajos rendimientos y catástrofes naturales. Su incidencia demográfica” en Los visigodos. Historia y civilización. Antigüedad y cristianismo. Pp. 171 – 187. Tomo III. Murcia.

García Sánchez, E. (1988): “El tratado agrícola del granadino al-Tignari” en Quaderni di Studi Arabi, pp. 278-291, Vol. V-VI.

Publicado por

Liubagild

Me llamo Miguel Ángel Municio Castro y soy historiador, arqueólogo y docente de Geografía e Historia en ESO y Bachillerato. La historia de este blog se remonta a 2014, cuando decidí iniciar un proyecto de divulgación histórica para que el gran público conociera y comprendiera aquello que llaman Antigüedad Tardía, un período que va desde el siglo IV al siglo VII d.C. y que todavía hoy no se conoce mucho, incluyéndose de forma errónea en la Edad Media. Poco a poco fui ampliando el repertorio a la Edad Media, y cuando me convertí en docente decidí abarcar también toda mi disciplina con entradas de Geografía e Historia del Arte para que mi alumnado, además del gran público, tuviera un lugar de referencia de cara a su formación. Y aquí estoy, aprendiendo cada día un poquito más para compartirlo contigo. ¡Espero que disfrutes tu visita en Romana Insolentia!

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