El artículo que traemos hoy se corresponde a las hipótesis y conclusiones que los demás artículos recogidos en mi trabajo de fin de máster me suscitaron. ¿Son los datos que hemos aportado suficientes para establecer la ubicación precisa de un asentamiento poblado tardoantiguo? ¿Por qué se habla en las fuentes andalusíes de dos ciudades distintas llamadas Granada? El hallazgo de una placa conmemorativa en la Alhambra, que hacía referencia a la fundación de tres iglesias de manos de un vir inlustris llamado Gundiliuva o Gudiliua, puede ayudarnos a esclarecer un poco esta cuestión. ¡Bienvenidos a Hispania!
Esta placa ha dado muchos quebraderos de cabeza a los historiadores y arqueólogos que han intentado obtener conocimiento cierto a partir de la lectura de sus inscripciones. Como se detalla en el anexo, la placa hace referencia a un noble godo, llamado Gudiliuva o Gundiliuva que construyó tres templos a expensas suyas y con sus obreros: uno dedicado a san Esteban protomártir, a san Vicente y a San Juan Bautista, siendo la primera consagrada en tiempos del rey Witerico y la segunda en tiempos del rey Recaredo. Se ha elucubrado mucho sobre la identidad de este noble visigodo, presentado como comes toleti, vir inlustris y asistente además al III Concilio de Toledo del 589 donde el rey Recaredo abjuró del arrianismo. Está claro que la epigrafía nos revela que, efectivamente, este noble gozó de una preeminencia bastante relevante en la región de Granada y que seguramente fuese un terrateniente establecido en la región o, como otros han interpretado, que fuera un comandante destinado a la frontera meridional del reino visigodo para luchar contra los romanos orientales. Alicia Canto ha interpretado que la erección de tres templos de culto cristiano de manos de este personaje, estando uno de ellos en un lugar denominado Natiuola, debería corresponderse a la voluntad de reafirmar la influencia católica recién adquirida por el reino de Toledo, en el territorio circundante a Eliberri.

Desde el punto de vista arqueológico, poco podemos decir de las tres iglesias que aparecen mencionadas en la placa conmemorativa ya que nada se ha hallado al respecto que pueda ser identificado como tal en las proximidades de Eliberri, tan sólo una cita de Ibn al-Sairafi de su Historia de los Almorávides, recogida posteriormente por Ibn al-Jatib en los siglos XIV y XV:
(Los cristianos) tenían una célebre iglesia a dos tiros de flecha de la ciudad, enfrente de la puerta de Elvira. Había sido construida por un gran señor de su religión, que cierto príncipe había puesto a la cabeza de un numeroso ejército de cristianos, y era única por la belleza de su construcción y de sus ornamentos; pero el emir Yusuf ben Texufin ordenó destruirla (…). Todavía hoy se reconoce el lugar donde estaba este templo, y el muro que de él subsiste aún demuestra que era muy sólido. Una parte del terreno que ocupaba es ahora el conocido cementerio de Ibn Mâlic.[1]
Este testimonio podría dar fuerza a la ubicación de las iglesias construidas por el noble visigodo en el entorno de Eliberri, pero como se ha dicho la arqueología no ha aportado aún conocimiento de esta iglesia ni de ninguna de las otras dos. Es por ello que, basándose en la placa, autores como Ivette Duval o Francisco Salvador Ventura plantean que el lugar de Natiuola, como reza la inscripción, podría encontrarse en la comarca de Acci, Guadix, ya que dos de los obispos consagrantes que aparecen responden a aquella diócesis. La similitud del topónimo antiguo con el del municipio granadino Nigüelas hace pensar a Germán Tejerizo que allí estaba ubicada la “Granada de los judíos” que mencionan las primeras fuentes musulmanas y que, por extensión, sería también la Granada tardoantigua ocupada por los visigodos en detrimento de Eliberri, que estaría ya abandonada para ese período. Para ello se basa en la crónica de Al-Zuhri, del siglo XII, que menciona que la antigua Granada se encontraba “al pie del Monte de la Nieve en su lado de Poniente”, tal es la ubicación de Nigüelas. Además, también saca a relucir la distinción entre dos fuentes que se refieren a dos Granadas diferentes. Así menciona a Gómez cuando menciona a Al-Razi al indicar:
Muza, hijo de Nocéir, hizo salir al suyo Abdala, al mando de la infantería, hacia Elbira y Todmir, conquistó ésta y se acercó por ella a Medina Garnata, la de los judíos, habiéndose pedido socorro por éstos contra los cristianos.[2]
De igual forma menciona a Gómez Moreno cuando cita a Ibn Hayyán para la otra Granada:
Abenhayán cuenta, sobre el año 279 (892) que, rebelados nuevamente los muladíes de Elvira, llamaron al hijo de Hafsún (Umar ibn Hafsun), el cual puso en estado de sitio su alcázar y le reforzó con tropas escogidas; mas, expelido de allí a poco, hizo guerra al árabe Said, hijo de Chudi, sucesor de Sauar, llegando hasta medina Garnata, la de los árabes, y debió tomarla (…)[3].

Con esta distinción, Tejerizo pone de manifiesto la posible existencia de dos núcleos urbanos habitados en las centurias de los siglos VIII y IX, siendo una la heredera del pasado romano (Eliberri) y la otra un establecimiento que bien podríamos ubicar en Castilia, en Atarfe, junto a Sierra Elvira, que recogería la herencia visigoda trasladada allí en algún momento determinado en detrimento de la vieja ciudad ubicada en el Albaicín.
Hay arqueólogos como Ángel Rodríguez Aguilera que defienden esta ubicación más septentrional para la continuación de Granada en época visigoda. Este lugar sería Castilia o Castella, y se encontraría ubicada junto al actual yacimiento de Medina Elvira, en Atarfe. Esta teoría cobra fuerza si tenemos en cuenta la aparición de una necrópolis de época puramente visigoda de entidad en sus inmediaciones, con aproximadamente 1200 tumbas, se trata de la necrópolis tardoantigua del Cortijo de Marugán. Se trata de una necrópolis en la que la mayoría de los enterramientos son individuales, aunque en algunos casos aparecen dobles, así como alguno de tipo colectivo aunque en escasa medida. El análisis realizado en función del ajuar de los enterramientos –aretes, anillos, brazaletes…– llevó la cronología de la necrópolis a los siglos VI y VII, pero las jarritas funerarias visigodas que allí se encontraron han permitido retrotraer un poco más su cronología al siglo V con perduración hasta el VII, lo cual convierte a esta necrópolis en un lugar fundamental para entender la Antigüedad Tardía en Granada. Bien es cierto que esta necrópolis fue excavada en 1872 por Gómez Moreno y que cuando esta excavación se produjo ya habían sido expoliadas alrededor de quinientas tumbas de forma ilegal, ya que la necrópolis había sido descubierta treinta años antes y, de igual manera, la inmediación de Medina Elvira nos llevaría a pensar que esta necrópolis también albergaría enterramientos pertenecientes a la misma ya que no se ha hallado el cementerio de la ciudad propiamente dicho. Aún con estos dos contratiempos, la gran concentración de tumbas y sus ajuares pertenecientes a una cronología tardoantigua es abrumadora. Cabría pensar si Castilia o Castella, antecedente histórico de Medina Elvira, sería un importante núcleo en época visigoda, utilizado quizá como limes fronterizo contra Bizancio, pues el topónimo, claramente militar y defensivo, haría referencia a ello.

Tiene esta teoría más sentido en cuanto al carácter fronterizo de la zona de Granada en época tardía. Si bien la inscripción de la que hablábamos antes nos relata la construcción de tres iglesias y una de ellas en Natiuola por parte de un vir inlustris, en este caso Gundiliuva o Gudiliuva, no tenemos que pensar por ello que dicho lugar fuese la capital de todo el territorio; pues haciendo una lectura más cotidiana de la historia y la arqueología, algo que normalmente suele olvidarse, podría entenderse que mientras el noble Gundiliuva, quizá dux o comes civitatis en época de Leovigildo y Recaredo residía en Castilia o Castella, mandase construir tres iglesias en un lugar no ubicado actualmente como es Natiuola simplemente por el hecho de reafirmar la fe católica, recientemente adquirida por el reino visigodo en aquel momento, siendo la mejor manera de demostrarlo la erección de tres templos católicos en un lugar determinado. Es sabido que en el siglo VII –recordemos que la placa conmemorativa hace referencia a la iglesia más antigua en los últimos coletazos del siglo VI– el reino visigodo había cambiado ya su forma de organizar el espacio y las aristocracias eran más terratenientes y rurales, con posesiones y esclavos en sus haciendas. El foco de poder radicaba en el campo, en el territorio.
Como acertadamente ha arrojado en su investigación Antonio Malpica Cuello, efectivamente el modelo urbano bajoimperial se situaba ya en plena decadencia desde al menos el siglo V, y para el siglo VII el modelo de poblamiento era eminentemente rural y disperso en concentración de hábitats, aunque no en cantidad de habitantes, si bien es cierto que los núcleos rurales tardoantiguos de Granada tendrían una densidad de entre 100 y 200 habitantes agrupados en torno a 1 hectárea, unas dimensiones ciertamente reducidas. No quiero decir con ello que el reino visigodo fuese un regnum sine civitates, lo cual sería una falacia, ya que tenemos importantes centros administrativos que regían territorios provinciales más amplios mediante ciudades, antiguas capitales provinciales la mayoría excepto Toletum, ciertamente vivos y configurados. Lo que estamos aclarando aquí en cambio es qué pasó en el territorio de Granada durante todo este período y lo cierto es que las ciudades brillan por su ausencia excepto Castilia, que no parece albergar dudas, Eliberri, tal y como está constatado en la numismática aunque ya en franca desaparición como ciudad y finalmente Natiuola, que como decíamos, aún no ha sido ubicada como tal y que a mí me da la sensación de que pudiera tratarse de un espacio amplio, un “lugar” y no de una ciudad, tal y como la placa indica: “in locum Natiuola”, quizá un espacio demarcado de una manera que desconocemos pero que, en mi opinión, sería un territorio eminentemente rural que requería de una mayor presencia de la religión cristiana católica o era necesaria una forma de controlarlo, como pudo ser con la erección de los templos. Quizá Natiuola fue un espacio controlado por el imperio bizantino durante el tiempo en que su limes estuvo más avanzado hacia el interior y que, con la conquista del territorio de Eliberri por parte de Leovigildo, se puso en marcha una “campaña” de evangelización católica de esos territorios recientemente tomados ya a finales del siglo VI tras el III Concilio de Toledo. Son premisas que aún tendrán que ser corroboradas o refutadas por la arqueología.
Conclusiones.
Sea como fuere, y regresando a la arqueología, es evidente que la mayor cantidad de datos en época tardía corresponden a la necrópolis del Cortijo de Marugán asociada al yacimiento denominado como Castilia o Castella, algo que no hay que perder de vista.
Tampoco hay que perder de vista los hallazgos puntuales encontrados en la colina del Albaicín, ya que, si bien son escasos, nos están hablando de que al menos algún elemento habitacional hubo en aquel lugar hasta el siglo VII, si bien es cierto que la parquedad de los hallazgos no nos permite hablar de una ciudad tardoantigua inmersa en dinámicas sociales o económicas.
Finalmente, tampoco hay que descuidar la excavación de urgencia llevada a cabo en la villa tardorromana de los Mondragones, pues si bien en todas las villas encontradas fuera del perímetro urbano de Eliberri, en su ager más próximo, se han hallado cementerios propiamente rurales que reflejan un estatus social sencillo de los allí inhumados, en los Mondragones, se pudo comprobar cómo en lo que otrora fuera la almazara de aceite situada en el torcularium de la villa se clavaron unos postes para vivienda encima de una de las placas dispuestas para evacuar el aceite, realizadas con mármol de Sierra Elvira. Evidentemente de estos postes tan sólo quedan los negativos, pero en los mismos aparecieron restos cerámicos pertenecientes a los siglos V y VI, lo cual nos da una información muy relevante de cómo estaría orquestado este espacio.
Tampoco hay que olvidar que en esta misma villa se halló un edificio de planta cuadrangular, sólidamente construido y en torno al cual había varias sepulturas, datado en los siglos VI y VII. Quizá esta villa o al menos parte de ella estuvo en uso hasta las invasiones bereberes del siglo VIII, aunque a modo personal desecho la idea de que esa cabaña construida sobre el torcularium y un edificio de tan sólida factura estuvieran relacionados, no tendría mucho sentido desde el punto de vista arquitectónico y de la plasmación social de esa arquitectura. Quizá, como aventuraba anteriormente, esos cimientos tan sólidos con sepulturas anexas respondan a uno de esos templos mandados construir por el vir inlustris Gundiliuva in locum Natiuola, esto es, en un espacio del que no conocemos su demarcación pero que quizá pudiera estar situado en la vega de Granada, hoy sepultado por varios metros de sedimentos aluviales, tal y como la propia villa se encontró en el momento de su excavación. Posiblemente las antiguas villas bajoimperiales habían constituido en época visigoda unos polos de concentración de población en el territorio tal y como el profesor Malpica describe para la Antigüedad Tardía en la vega de Granada y por ello este enigmático noble eligió estos lugares para la erección de iglesias. De barajarse esta posibilidad, podríamos estar ante el caso de otras dos villas aún desconocidas.
[1] Extraído de: CANTO DE GREGORIO, A.: Arte islámico en Granada. Propuesta para un museo de la Alhambra, pág. 345, Granada, 1995.
[2] Extraído de GÓMEZ-MORENO MARTÍNEZ, M.: De Iliberri a Granada, BRAH, Madrid, 1904. En TEJERIZO LINARES, G.: Natiuola: La primera Granada. Granada, 2012.
[3] Extraído de ad. Supra., Granada, 2012.
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