En la entrada anterior pudimos ver cómo los monarcas se preocupaban continuamente de rebeliones, usurpaciones y asaltos al poder y cómo por ello se preocuparon de legislar con el apoyo de los obispos y de forma constante para castigar severamente a todo aquel que osara usurpar el poder que no le era propio. No sólo vimos que se castigaba a los godos sino que por primera vez se exponía de forma pública que ningún hispanorromano se atreviera a ocupar un trono que sólo podía pertenecer a los más honorables visigodos. Hoy veremos que Chindasvinto sentó las bases necesarias para que su sucesor, Recesvinto, protagonizara uno de los períodos más brillantes del reino visigodo con su reinado.
Chindasvinto.
Imagen 1. Chindasvinto, rey de los godos (642-653 d.C.). Pintura realizada por Juan de Barroeta y Anguisolea en 1854, ubicada en el museo del Prado, Madrid. Fuente: museodelprado.es
Llegó al poder tras confabularse contra Tulga en 642, logrando destronarlo y tonsurarlo violando así todas las imprecaciones previas realizadas por los reyes con los obispos. Lo primero que hizo fue arrasar con todos aquellos que habían conspirado contra reyes anteriores y las matanzas fueron numerosas, así como las confiscaciones. Tan grande fue su purga que logró que su reinado y el de Recesvinto transcurrieran sin problemas.
En el segundo año de su reinado, el rey promulgó una ley contra la traición en la que se hacía referencia de nuevo a los prófugos que huían solicitando la ayuda extranjera y en la que se hacía referencia a que los traidores, godos o romanos, podrían solicitar la benevolencia del rey, reservándose este el derecho de concederla o no. Como se veía venir una oleada de acusaciones entre la gente del común y entre rivales políticos, Chindasvinto promulgó que todo aquel acusador que obrase falsamente sería entregado al acusado para que le infligiese la misma pena que el acusador reclamaba. Esta legislación también llegaría a los eclesiásticos que, de ser descubiertos intentando traicionar al rey, serían privados de su rango y condenados a ser penitentes hasta el fin de sus días.
El rey mostró mano dura con la nobleza, pero también con la Iglesia, a la que quiso controlar por todos los medios. No mostró fervor en las leyes antijudías pero atacó a los cristianos que practicaban los ritos judíos.
En 648 Braulio de Zaragoza envió una carta al rey instándole a asociar al trono a Recesvinto para que el joven príncipe soportara los rigores de la guerra. La misiva da a entender que a pesar de las purgas, las hostilidades continuaban, pero ¿Quién atacaba ahora el reino? La respuesta puede tenerla una lápida hallada en Villafranca de Córdoba que menciona a un tal Oppila que murió luchando junto a los vascones en el norte y cuyo cuerpo, caído en batalla, fue trasladado por sus aliados a su tierra natal para ser enterrado. Cabe la posibilidad que muchos de los represaliados por Chindasvinto no huyeran al extranjero sino que huyeran a las montañas de los vascones a asociarse con ellos para cobrar su venganza.
El 20 de Enero de 649, Recesvinto fue proclamado rey junto a su padre, que murió cuatro años más tarde. En este tiempo, los musulmanes ya se cernían sobre el África bizantina.
Recesvinto.
Imagen 2. Corona ceremonial de Recesvinto, rey de los godos (653-672 d.C.). Recesvinto fue, junto a Eurico, el segundo rey godo en realizar un amplio código de leyes para visigodos e hispanorromanos, el Liber Iudiciorum. Una de las obras maestras de la orfebrería visigoda es la corona votiva dedicada a él hallada entre otras excelentes piezas en el tesoro de Guarrazar. Fuente: wikimedia.org
La reacción nobiliaria a la sucesión hereditaria vino de manos de un tal Froia, que se rebeló en la Tarraconense. La revuelta fue sofocada rápidamente y el rey convocó en 653 un concilio en Toledo para obligar a las jerarquías eclesiásticas y nobiliarias a “aceptar” su candidatura. Fue un concilio multitudinario pues asistieron 52 obispos y muchos oficiales del Officium Palatinum entre los que destacaban condes y duques, todos ellos con nombres germánicos. La onomástica germánica no debe significar ya en esta época un rasgo distintivo, ya que muchos aristócratas de origen hispano habían adoptado ya nombres germánicos por ser los nombres asociados al poder, mientras que en tiempos antiguos muchos indígenas habían adoptado nombres romanos por la misma razón; debemos ver aquí una razón social evolutiva y no diferenciadora.
El sínodo defendió los movimientos de resistencia al rey ya que a él le competía ejercer el derecho y la justicia, no la opresión entre sus súbditos. Los representantes ofrecían una serie de condiciones a Recesvinto mediante las cuales éste se mantendría estable en el poder; era casi como un ultimátum. Entre estas condiciones puede verse el reconocimiento a los bienes expropiados por Chindasvinto, pero éstos deberían pasar inmediatamente a ser patrimonio real, destinado a comprar apoyos en la Corte y a repartir entre los súbditos y no se mantendría como patrimonio particular del monarca.
Recesvinto consintió y no sólo eso sino que prohibió que cualquier monarca arrancara ilegalmente las escrituras de tierra a sus legítimos poseedores y ratificaba como decimos la división entre patrimonio familiar y patrimonio del Estado. Con “perder” estas potestades en favor de la nobleza territorial, el rey consiguió que su reinado fuera el más largo del reino visigodo con 19 años en el poder, pero la ganadora del concilio realmente era la aristocracia que veía acrecentada su estabilidad y seguridad.
El monarca celebró otro concilio en 655 para discutir asuntos de la Iglesia al respecto de las fundaciones privadas que escapaban a los obispos y para condenar los abusos de los eclesiásticos. En estas discusiones estaban en juego las rentas que las poblaciones entregaban a las iglesias que, en muchos casos, pertenecían a la corona.
En 656 el rey promovió otro concilio en el que por primera vez se aceptaba y regulaba la festividad en honor a la virgen María el 18 de diciembre, pues hasta ahora la festividad se había realizado según las tradiciones paganas y dependiendo del lugar era un día u otro. Este concilio pudo evidenciar tensiones, pues sólo asistieron 17 obispos y no de todas las provincias; era posible que nuevas nubes de tormenta se estuvieran gestando en el reino.
Imagen 3. Traducción al castellano del Liber Iudiciorum de Recesvinto en tiempos de Fernando III en 1241 para ser otorgado como fuero juzgo a algunas poblaciones y asentamientos. Fuente: wikimedia.org
Recesvinto culminó en 654 la obra legislativa comenzada por Chindasvinto que conocemos como Liber Iudiciorum, un código legal compuesto de 12 libros a cuyo cargo estuvo el obispo Braulio de Zaragoza. En él se recogían numerosas leyes de todos los ámbitos de la vida de hispanos y godos, aunque también mantenía muchas leyes denominadas antiquae, muchas de ellas heredadas desde Leovigildo. La gran novedad del código legal es que tanto padre como hijo quitaron las competencias a muchos cargos que hasta ahora habían sido tradicionalmente romanos y, o bien los suprimieron, o bien los transformaron para que cargos visigodos se ocuparan de ellos. Cargos como el gobernador provincial y órganos como la curia municipal quedaron disueltos en favor de la figura del dux godo para el primero y de los condes de las ciudades para los segundos. Con estas y otras disposiciones legales se producía la “caída legal” de Roma en la Hispania visigoda.
Bibliografía:
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SANCHEZ VELASCO, F.J.: “¿Identidades y élites germánicas en la arqueología tardoantigua de la Bética? Estado actual de la investigación y perspectivas de estudio” en El espejismo del bárbaro: ciudadanos y extranjeros al final de la Antigüedad Universitat Jaume I, 2013.
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