El blog de ciencias sociales donde aprenderás algo nuevo relacionado con Historia, Arqueología, Historia del Arte y Geografía de manos de un profesor que siempre tiene ganas de aprender.
Hoy vamos a hacer un breve recorrido por dos edificios emblemáticos de la Antigüedad: los teatros. ¿Qué es un teatro griego y un teatro romano? ¿Son iguales? ¿Estaban concebidos para lo mismo? ¿Dónde se ubicaban? Os invito a encontrar las respuestas a estas preguntas en esta breve entrada que os solucionará las dudas para siempre. ¡Bienvenidos a Romana Insolentia!
El teatro en Grecia y en Roma.
Figura 1. Menandro con máscaras de teatro. Fuente: Princeton University Art Museum a través de nationalgeographic.com
Podemos establecer el origen del teatro griego como edificio plenamente consolidado entre los siglos V y III a.C., y está presente tanto en la Grecia continental como en las colonias de Asia Menor y la Magna Grecia (sur de Italia y Sicilia). La funcionalidad original del teatro griego es un poco oscura, pero dado que la función de la representación teatral en Grecia buscaba la «catarsis» o purificación del alma a través de la tragedia; suponemos que, en origen, esta agrupación de personas en torno a un punto central tendría un sentido religioso que después se fue diluyendo hasta desaparecer en Roma.
El teatro como edificio y como representación tuvo un sentido muy distinto en Roma, donde lo que se buscaba era la diversión a través de la obra y la conexión con los actores, a los que se creía protagonistas de escenas que afectaban a todos y que, por ello, suponían un modo de ridiculizar y obviar ciertas situaciones de la vida diaria.
Figura 2. Teatro griego de Dodona (izquierda) y teatro romano de Mérida (derecha). Fuente: wikimedia.org.
Partes del teatro griego.
El teatro griego se diferencia del romano en varios elementos que describimos a continuación:
El teatro se ubicaba fuera de la ciudad, normalmente aprovechando alguna ladera natural donde colocar el graderío. Contaba con cávea, orchestra, proskenion y la skene o escena. La orchestra era circular o con forma de herradura, y la cávea abarcaba dos tercios de la orchestra.
Figura 3. Partes de un teatro griego, siendo las principales la skene, el proskenion, la orchestra y la cávea. Importante aspecto es el parodos o pasillos por los que accedían los actores y que describiremos a continuación. Fuente: wikimedia.org.
Como decíamos, en Grecia la orchestra es circular o de herradura, y aquí se ubicaba el coro que cantaba la obra de teatro, ya que los actores no hablaban en ningún momento, situándose éstos en el proskenion, que podría asemejarse al escenario que nosotros identificamos hoy.
Las gradas del teatro griego se ubicaban directamente sobre una colina para aprovechar así mejor la acústica; rebajando la roca hasta elaborar los graderíos. Estas gradas envolvían casi por completo la orchestra donde se encontraba el coro, y se accedía a ellas por unas escaleras exteriores.
Los actores entraban al escenario a través del párodos, entradas laterales descubiertas que daban acceso a la cávea y la orchestra.
En cuanto al proskenion, se trata de la plataforma que ocupaba la parte anterior de la skene o escena. Ahí actuaban los actores, siempre en silencio y acompañados por los cánticos del coro situado en la orchestra.
La skene era una construcción tangente a la orchestra que cumplía la función de telón de fondo. sobresaliendo de las gradas lateralmente.
Figura 4. Reconstrucción de un teatro griego con la skene o escena cerrando el conjunto. Fuente: unprofesor.com
Partes del teatro romano.
A diferencia que en Grecia, en Roma el teatro se ubicaba dentro de la ciudad. La orchestra era semicircular y, del mismo modo que en Grecia, los actores no actuaban en ella. En el caso romano era el lugar donde se ubicaban los personajes relevantes para que contemplaran mejor el espectáculo.
La cávea estaba dividida en ima cavea, media cavea y summa cavea.
La ima cavea ocupaba la parte inferior del graderío y estaba destinada a la clase social de los équites y senadores.
La media cavea ocupaba la parte central del graderío y estaba destinada a la plebe.
La suma cavea era la zona más alta del graderío y estaba destinada a los libertos, esclavos y mujeres.
A pesar de haber alguna excepción, las gradas se construían con mampostería y hormigón y no se ubicaban en la ladera de un monte. Estaban sostenidas por todo un sistema de bóvedas que permitía el tránsito bajo ellas de los espectadores que accedían a sus asientos a través de escaleras que conducían a los vomitorios para que éstos se distribuyeran por sus asientos. Además, y a diferencia de en el caso griego, en Roma las gradas nunca sobrepasaban la orchestra.
El párodos en Roma se denominó aditus, y constituía un corredor cerrado y cubierto por una bóveda de cañón que daba acceso a la orchestra. Sobre cada uno de estos aditus había un palco para las autoridades.
El proscenio sí mantuvo la misma funcionalidad que en Grecia como una plataforma donde actuaban los actores.
Por último, la scaena era mucho más alta que en Grecia, coincidiendo con la anchura del semicírculo de la orchestra y no sobresalía de las gradas.
Como elemento característico del teatro romano, hemos de comentar que existía un espacio llamado pórtico, una construcción adyacente al teatro donde el público se refugiaba en caso de lluvia.
Figura 5. Reconstrucción del teatro romano de Mérida identificando todas sus partes. Fuente: temasycomentariosartepaeg.blogspot.com
Imagen destacada: Teatro romano de Palmira, cuya fachada fue dañada por el Estado Islámico en 2016.
Aunque particularmente no me considero un estudioso de las religiones del pasado, ni siquiera del ámbito peninsular tardoantiguo, en esta entrada descubriremos brevemente estos aspectos tan relevantes para el pueblo godo desde que adoptara el arrianismo como fe tribal frente al catolicismo que comenzaba a ser lo común en el Imperio. Los visigodos tardaron en darse cuenta, pero gracias a Recaredo, supieron jugar bien sus cartas para atajar la amenaza sobre todo franca y bizantina a las fronteras. ¡Bienvenidos a Hispania!
Imagen de cabecera: Murallas emirales de la alcazaba de Mérida junto al río Guadiana, realizada con algunos materiales reutilizados de la urbe tardoantigua.
La arquitectura cristiana “de época goda” en Hispania por Artemio M. Martínez Tejera – Universidad Autónoma de Madrid.
En este artículo leeremos datos muy interesantes acerca de la arquitectura ya católica que tuvo lugar en el reino visigodo, sobre todo en el siglo VII.
Cuando hablamos de templos construidos o reformados entre los siglos VI y VIII en la Península se pueden hablar de cerca de 80 complejos que, en su mayoría, surgieron en espacios precedentes como santuarios paganos o antiguas villae. Según los datos que nos proporciona el autor, un poco más de la mitad de los complejos cumplen esta premisa, mientras que los restantes se corresponden con construcciones nuevas o refacciones muy superficiales en edificios existentes.
¿Cómo datar un complejo religioso?
A esta pregunta es difícil responder, según el autor, ya que la edilicia religiosa de este período arroja muchas dudas sobre si se trataría de un edificio tardoantiguo (Siglos VI-VII) o altomedieval (siglos VIII-X).
Es, por tanto, la práctica de la liturgia, la que puede arrojarnos más luz en cuanto a la datación de los complejos para un período u otro. La liturgia y la arqueología a la hora de estudiar las cimentaciones de los edificios tienen mucho que decir al respecto.
Imagen 1. Interior de la iglesia visigoda de El Campillo (Zamora).
Los complejos episcopales del ámbito urbano son sobre todo los más representativos para este período, complejos relacionadas con las iglesias principales o catedralicias y en las cenobíticas. En el ámbito rural, en cambio, la presencia de lugares de culto es ya extraordinaria, una existencia debida a la aristocracia, la monarquía o el poder eclesiástico urbano inmerso en una gran labor evangelizadora del territorio. Sin duda, fueron los complejos episcopales hispanos los que recibieron la mayoría de las inversiones de la élite eclesiástica; y cuando no empleaban aquí su dinero lo hacían en crear complejos nuevos como el del Tolmo de Minateda, en Hellín, con apenas un siglo de vida.
Así pues, el autor menciona unas características que definen esta sobria arquitectura del siglo VII, como pueden ser su sencillez y acento social, pues estaba enfocada a la reunión de fieles. Se reutiliza gran cantidad de material romano para erigir los edificios y también tiene gran presencia la influencia oriental del Imperio Romano de Oriente en el reino visigodo, plasmándose en técnicas constructivas, liturgias y decoraciones ya que, aunque ahora lo que podemos ver son los muros de piedra desnuda, en su tiempo estos lugares estuvieron bien decorados con pinturas y motivos litúrgicos. Un ejemplo de esta influencia constructiva lo hallamos en el famoso arco constructivo de herradura, atribuido a los godos, pero perteneciente realmente al mundo bizantino y más oriental todavía; una influencia que también se dejó sentir en la orfebrería con la técnica del cloisonné, de clara tradición oriental.
Arrianismo y catolicismo. La conversión y la integración del reino por Pablo C. Díaz – Universidad de Salamanca.
En este artículo, podremos comprobar las razones que llevaron a todo un pueblo a convertirse a la religión cristiana arriana, oficial del Imperio por aquel momento. Se ha interpretado que, en un primer momento, los godos acudieron al emperador Valente para que les enviara emisarios y sacerdotes que les instruyera en la verdadera fe.
Sea como fuere, será sobre todo en el 382 cuando los godos sean reconocidos como cristianos cuando el emperador Teodosio los admita como federados de Mesia. Lo que no se explican las fuentes es por qué lo hacen como cristianos arrianos cuando, en el 381, la fe oficial tornó al cristianismo católico. El principal motivo de esta elección consciente pudiera deberse a que los reyes godos querían ser la cabeza de la tribu y además la cabeza religiosa de la misma; para diferenciarse además de los romanos católicos.
Ya como reino, los visigodos no tendrán más que problemas debido a su fe, ya que allí donde van la mayoría de la población profesa el catolicismo. Eurico tuvo problemas con los obispos cuando intentó que estos le obedecieran, y Alarico II permitió concilios católicos para que Clodoveo no se atrajera a su causa a la población gala católica. En la Península Ibérica hubieron de encarar multitud de peligros que les acechaban de todas partes; por una parte, la propia Iglesia Católica hispana distaba mucho de ser unitaria en cuanto a dogmas, además había consagraciones indebidas, falta de clérigos… la población estaba en contra de estos nuevos gobernantes herejes y con ella los terratenientes, que promovían revueltas y desórdenes. En el sur el Imperio Romano Oriental siempre permanecía vigilante desde que Atanagildo les permitiera tomar las tierras levantinas y, en el norte, los suevos y los francos católicos suponían otra amenaza siempre latente. El arrianismo, en suma, suponía una fortaleza común para este pueblo.
En un momento dado, Leovigildo comprende que, si los godos desean unificar la Península para remar en una misma dirección, el credo oficial debe abrirse a la población. El rey patrocinará una política de unificación religiosa sin precedentes, convirtiendo al arrianismo en una religión proselitista cuando nunca lo había sido.
Leovigildo convocó un concilio en el 580 en el cual abogó por pulir los extremismos que defendía Ulfila para hacer el arrianismo más próximo al catolicismo y que el resto de la población pudiera unirse a la fe del Estado. El rey se dirigió a los sepulcros de los mártires y a las iglesias católicas a rezar para hacer ver a la gente que el rey creía igual que ellos. Intentó atraerse a los obispos de las diferentes diócesis, pero sólo tuvo éxito con el obispo de Zaragoza.
Es probable que, a pesar de sus esfuerzos, Leovigildo percibiera que su propuesta era inalcanzable, comprendiendo que el arrianismo no sería adoptado por el resto de la población.
Recaredo comprendió muy bien esta problemática y, al poco de acceder al trono, convocó el III Concilio de Toledo para mudar la religión oficial al catolicismo niceno. Esa conversión no fue bien asumida por una parte de la nobleza, y a pesar de que las fuentes relatan lo contrario, las revueltas y las conspiraciones no dejaron de sucederse en el entorno regio durante varios años. Es, en definitiva, este cambio el que permitió a los godos sobrevivir un poco más tanto dentro como fuera de sus fronteras, antes de ser engullidos por los adversarios políticos y religiosos.
Pervivencias y recuperación del pasado visigodo en al-Ándalus por Jorge Elices – Universidad Autónoma de Madrid.
La conquista musulmana de la Península Ibérica fue una realidad en apenas unos años. Todo el territorio sucumbió a los conquistadores, excepto algunos pequeños reductos que suscribieron pactos de obediencia a cambio de independencia como fue el caso de Teodomiro, probablemente un dux de la región de Murcia, Albacete y parte de Granada. Pero el paisaje no cambió mucho, ni tampoco las gentes o las creencias. El paisaje tardoantiguo visigodo pervivió en los momentos posteriores a esta conquista y, por ejemplo, Mérida conservó sus murallas y su puente en buen estado hasta bien entrado el siglo IX.
El nuevo territorio, al-Ándalus, fue gobernado por enviados omeyas desde Damasco hasta que en el 756, abd al-Rahman I, último califa omeya, recaló en al-Ándalus huyendo de la derrota a la que su familia fue sacudida ante sus rivales abasíes. El nuevo emir proclamó la independencia de Damasco y tanto él como sus sucesores comenzaron a mejorar administrativa, militar y políticamente la nueva realidad política. Sus sucesores al-Hakam I y abd al-Rahman II se dedicaron a expandir la autoridad omeya por todo el territorio peninsular; ya que todavía estaba gobernado por diferentes poderes locales surgidos de la conquista como grupos árabes y bereberes, así como los linajes muladíes y mozárabes (anteriormente cristianos) cuya poderosa posición se debía a la conquista mayormente colaborativa que se llevó a cabo al inicio.
Imagen 3. Una de las dos entradas al aljibe de la alcazaba emiral de Mérida, construida aprovechando materiales hermosamente decorados de época visigoda. Créditos: José Manuel García.
En cuanto el emir intentó centralizar la órbita andalusí en Córdoba, todos estos poderes regionales se sublevaron, siendo Umar ibn Hafsun, rebelde malagueño que aglutinó bajo su causa a prácticamente todo el sur peninsular, el máximo de sus exponentes.
Tuvo que ser el siguiente emir, abd al-Rahman III quien aplastara a todos estos rebeldes y se proclamara califa en 929, iniciando un proceso de consolidación e imposición de un estado andalusí centralizado en Córdoba. Este proceso continuó durante todo su reinado, así como el de su hijo al-Hakam II y su nieto Hixam II hasta llegar al año 1009, momento en que culmina el proceso. La población es islamizada y la ciudad tardoantigua es abandonada, demolida o reconvertida en la medina islámica.
Pero ¿qué hay acerca del pasado visigodo en la cotidianidad de al-Ándalus? El autor nos cuenta cómo hay cantidad de referencias de cronistas e historiadores árabes acerca del pasado visigodo de la Península Ibérica, fijándose sobre todo en san Isidoro de Sevilla al cual traducen al árabe y anotan también. Se habla de la medicina hispano-visigoda y también de la astronomía y de personajes relevantes de la Antigüedad romana y después visigoda. Una recogida de un pasado que no se ve en ningún otro lugar del mundo islámico y ni siquiera dentro de la propia Península Ibérica. Una labor ardua, probablemente para legitimar el poder omeya asentado ya en el siglo X y para contrarrestar las aspiraciones de conquista de los reinos cristianos del norte.
NOTA: El número posee además dos páginas a todo color sobre enclaves museísticos y arqueológicos relevantes por toda España relacionados con el reino visigodo y la Antigüedad Tardía. Es muy interesante de consultarlo. También posee un apéndice dedicado a la influencia minoica en Akrotiri (Thera) elaborado por Carl Knappett de la Universidad de Toronto, que no desgranaremos al ser de otra temática pero que nos ha parecido fascinante.
Bibliografía:
Martínez Tejera, Artemio M.: “La arquitectura cristiana “de época goda” en Hispania” en Arqueología e Historia Desperta Ferro, nº16, pp. 40-43.
Díaz, Pablo: “Arrianismo y catolicismo. La conversión y la integración del reino” en ad supra, pp. 46-50.
Elices, Jorge: “Pervivencias y recuperación del pasado visigodo en al-Ándalus” en ad supra, pp. 52-55.
En la entrada anterior pudimos ver cómo la arqueología puede darnos datos –o no– acerca de las huellas que dejaron los pueblos germánicos. Con esa entrada pretendía poner las cartas sobre la mesa y mostrar, espero que con acierto, que ni la Historia ni la Arqueología son ciencias que aportan siempre los datos o los resultados esperados. Teniendo en cuenta que los pueblos germánicos fueron pueblos que se adaptaron a las estructuras preexistentes –tanto legales, ideológicas, religiosas y por supuesto arquitectónicas–, es difícil ubicar con exactitud dónde se hallaron estos pueblos. A pesar de todo el valor de la Arqueología para conocer la cotidianidad de todos los pueblos es incuestionable. Hoy vamos a retomar el relato tras la batalla de Vouillé, y vamos a desplazarnos hasta mediados del siglo VI, concretamente al reinado del rey Teudis. Sigue leyendo Hogar dulce hogar. El «nacimiento» del Toledo visigodo