El fin de una Era. Alarico entra en Roma

En la anterior entrada hemos podido ver cómo surgió en la historia política europea un nuevo personaje que tuvo mucho que decir en el Imperio Romano. Se trataba de Alarico, un rey visigodo que logró obtener de Roma lo que quería a cambio de la no devastación de territorio romano. Vimos cómo su amistad con Estilicón, el gran general imperial, impidió que otro godo con aviesas intenciones, Radagaiso, devastara Italia entera. Alarico era un hombre ambicioso que aspiraba a lograr por las buenas o por las malas las magistraturas y las riquezas que pretendía. Hoy veremos que al final tuvo que optar por las malas. Sigue leyendo El fin de una Era. Alarico entra en Roma

Alarico el godo y Estilicón el vándalo. Una amistad que pondría en jaque a Roma

En la entrada anterior pudimos ver cómo el episodio de Adrianópolis dejó muy claro al Imperio que los bárbaros eran un agente de cambio político y social a tener muy en cuenta; más aún que los asuntos internos que pudieran afectar a los romanos. En poco tiempo murieron dos emperadores luchando contra ellos, Valentiniano y Valente, afianzando si cabía aún más que a los godos y otros pueblos no se los tomaba a la ligera. Hoy veremos quién surgió de las cenizas de la gran derrota de Adrianópolis en el lado bárbaro y quién fue su némesis en el lado imperial. ¿Os apetece descubrirlo? Sigue leyendo Alarico el godo y Estilicón el vándalo. Una amistad que pondría en jaque a Roma

El desastre de Adrianópolis

En la anterior entrada hemos podido ver la inestabilidad completa que caracterizó el siglo III para el Imperio de Occidente con la muerte de un emperador en guerra contra los bárbaros. En el siglo IV pudimos ver también la centralización absoluta de la monarquía imperial, que ponía ahora los asuntos en manos de consejeros y una burocracia estancada y despreocupada por los asuntos de las fronteras. En esta nueva entrada podremos acercarnos a uno de los dos sucesos que grabaron a los godos como protagonistas de la caída de Roma en el siglo V. ¿Estáis preparados?

Entre Occidente y Oriente.

Hemos de comenzar mencionando el nombramiento de Valentiniano como emperador. Valentiniano era un hombre nacido en el frente, un guerrero nacido de otro guerrero y además muy rudo, un emperador casi inculto pero con un carácter militar que intentó emplear en conducir al Estado a una situación más favorable. En 364 nombró a su hermano Valente el gobierno del Imperio Oriental mientras él se desplazaba a Tréveris para combatir desde allí los desmanes de los bárbaros incursores y reforzar así el limes occidental. Una vez allí tuvo que pacificar toda Britania y dar al traste con los intentos independentistas del norte de África dirigidos por indígenas.

Imagen 1. Siliqua romana de Valentiniano (364-375 d.C.), emperador de la parte occidental del Imperio. Fuente: tesorillo.com

Imagen 2. Siliqua de plata de Valente, (364-378 d.C.), emperador de la parte oriental del Imperio y protagonista de la gran derrota romana de Adrianópolis. Fuente: tesorillo.com

La dinastía valentiniana fue la que experimentó la suma fragilidad de la red militar del Imperio. Amiano Marcelino cuenta que Valentiniano tuvo que pedir ayuda a lo burgundios para luchar contra los francos, sajones y alamanes después de que los reclutas romanos de sus filas hubieran sido diezmados y le fuera imposible reunir nuevos soldados entre las reclutas obligatorias. Como pago, parte de esos bárbaros fueron asentados en el valle del Po, en el norte de Italia, y por tanto a las puertas de la misma Roma; lo que refleja la debilidad del emperador a negarse ante un pueblo bárbaro que quería asentarse en un territorio determinado.

Los choques entre Roma y los godos.

Desplazándonos ahora al lado romano-oriental, es en esta época en la que se fortalecieron los movimientos migratorios de los godos. Amiano distinguió dos confederaciones:

  • Los tervingios localizados entre los ríos Dniéster y Don y que se han representado como visigodos por Jordanes en el siglo VI.
  • Los greutingos localizados al otro lado del Dniéster y que se representaron después como ostrogodos.

Las fuentes nos presentan a Atanarico como primer jefe del pueblo godo manteniendo tratos con el emperador Valente respecto a armas, comida y respecto a misioneros arrianos en sus dominios, a los que, según estas fuentes, en un primer momento expulsó molesto y sin contemplaciones.

A estas incursiones godas se sumarían las de otros pueblos como sármatas, cuados, roxolanos, alanos y otros pueblos que en aquel momento habitasen en la zona danubiana. Las renovadas incursiones germanas en Occidente abrían así el período más conflictivo en las relaciones entre romanos y bárbaros, período materializado en dos sucesos que vamos a desgranar a continuación.

Imagen 3. Una imagen representativa de Tracia, mezcla de estepas y montes con flora característica del bosque mediterráneo. Fuente: flickr.com

El primero de ellos fue la buscada muerte de Valentiniano, emperador de Occidente en 375, enfrentando a los cuados del Danubio cuyo jefe había sido asesinado en un banquete durante unas negociaciones de paz. Su muerte supuso la automática reunificación del Imperio bajo el reinado de su hermano Valente aunque este entregó Galia, Hispania y Britania a Graciano e Italia, África e Iliria a Valentiniano II, hijo de una concubina y que quedó bajo la tutela de Graciano. Ambos eran hijos del difunto emperador occidental. El segundo de estos sucesos resulta más impactante. Zósimo narra cómo la confusión reinaba en las fronteras danubianas por culpa de los godos mientras el emperador organizaba de nuevo a los ejércitos para enfrentarse a los pueblos de Tracia desde su base en Marcianópolis. Desde aquí el emperador oriental desató una ira desmedida contra los bárbaros de las aldeas construidas entre selvas y pantanos empleando la guerra sucia y generando tanto horror y odio que después se materializaron en el episodio de Adrianópolis.

(…) Como éstos no se atrevían a aguardar a pie firme un combate en regla, sino que se mantenían ocultos en los pantanos (…) ordenó a los soldados que se mantuvieran en su sitio y, reuniendo a todos cuantos formaban parte del servicio del ejército y también a los encargados de vigilar los equipajes, prometió regalar cierta cantidad convenida de oro al que presentase una cabeza de bárbaro. Todos entonces, súbitamente exaltados por la esperanza de enriquecerse, penetraron en selvas y pantanos dando muerte a cuantos hallaban (…) (En Rosa Sanz, p. 107, 2009).

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Imagen 4. Godos y romanos chocan en Adrianópolis, una batalla en la que pereció el propio emperador Valente y que supuso un punto de inflexión en la relación de Roma con los godos. Fuente: despertaferro-ediciones.com

Las razones que dieron paso a este suceso y que nos narra Amiano Marcelino consisten en que los godos suplicaron al emperador Valente que éste los admitiera en sus territorios. El emperador puso como condición que éstos debían despojarse de las armas. El historiador relata que los romanos cometieron todo tipo de engaños pues los generales les pedían un precio exorbitado por la carne que aquellos solicitaban para saciar su hambre e incluso les vendieron perros inmundos a cambio de sus propiedades, hijos y padres, a los que entregaron como esclavos para que no murieran de hambre. Además tuvieron la intención de asesinar a sus cabecillas Alavivo y Fritigerno en un banquete; tras lo cual las masas atacaron y mataron un gran número de soldados y estos jefes se decidieron por proseguir la guerra, realizando terribles matanzas y, portando las armas romanas, se dispersaron por un amplio territorio sin encontrar oposición. Zósimo nos dice:

(…) Cruzaron los oficiales superiores y cuantos desempeñaban mando militar con el objeto de escoltar a los bárbaros desarmados por las fronteras romanas, pero no atendieron sino a elegir mujeres hermosas, a capturar muchachos lozanos con propósitos inmundos y a procurarse siervos y aparceros. Absortos en ello, descuidaron cualquier otra medida encaminada al provecho público, de donde naturalmente resultó que la mayoría pasó inadvertidamente con sus armas. (En Rosa Sanz, p. 109, 2009).

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Imagen 5. Momento en que las fuerzas de Valente, intentando asaltar la posición elevada y fortificada con un círculo de carretas de las fuerzas de Fritigerno; son rodeadas por éstas y exterminadas. Fuente: wikimedia.org

La culminación de la narración de estos hechos consiste en la debacle romana de Adrianópolis que le costó la vida a Valente el 9 de Agosto de 378 a manos del jefe godo Fritigerno, jefe de los greutingos y rival de Atanarico, del que ya hemos hablado. Los godos en realidad habían sido las víctimas de la corrupción romana y su reacción estuvo justificada. Valente estuvo solo a pesar de que pidió ayuda a Graciano.

La exterminación que sufrieron los romanos fue tal, que lo impactante de todo es que el cuerpo del emperador nunca fue recuperado, tal terror albergaron los romanos a acercarse tras la batalla al lugar del enfrentamiento. Los bárbaros se extendieron entonces abriendo un nuevo período histórico.

Graciano eligió a Teodosio como emperador de Oriente en 379, un emperador nacido en Cauca (Segovia). Desde ese momento fue el encargado de lidiar con los distintos grupos beneficiados del desastre (tervingios y greutingos), que deambulaban ahora por Mesia, Grecia, Tracia y Panonia.

Bibliografía:

LENSKI, N.: «El día más nefasto. La batalla de Adrianópolis», en Desperta Ferro Antigua y Medieval Nº 50, pp. 40-48. Madrid, 2019.

SANZ SERRANO, R: Historia de los godos. Una epopeya histórica de Escandinavia a Toledo, Madrid, 2009.