El desastre de Adrianópolis

En la anterior entrada hemos podido ver la inestabilidad completa que caracterizó el siglo III para el Imperio de Occidente con la muerte de un emperador en guerra contra los bárbaros. En el siglo IV pudimos ver también la centralización absoluta de la monarquía imperial, que ponía ahora los asuntos en manos de consejeros y una burocracia estancada y despreocupada por los asuntos de las fronteras. En esta nueva entrada podremos acercarnos a uno de los dos sucesos que grabaron a los godos como protagonistas de la caída de Roma en el siglo V. ¿Estáis preparados?

Entre Occidente y Oriente.

Hemos de comenzar mencionando el nombramiento de Valentiniano como emperador. Valentiniano era un hombre nacido en el frente, un guerrero nacido de otro guerrero y además muy rudo, un emperador casi inculto pero con un carácter militar que intentó emplear en conducir al Estado a una situación más favorable. En 364 nombró a su hermano Valente el gobierno del Imperio Oriental mientras él se desplazaba a Tréveris para combatir desde allí los desmanes de los bárbaros incursores y reforzar así el limes occidental. Una vez allí tuvo que pacificar toda Britania y dar al traste con los intentos independentistas del norte de África dirigidos por indígenas.

Imagen 1. Siliqua romana de Valentiniano (364-375 d.C.), emperador de la parte occidental del Imperio. Fuente: tesorillo.com

Imagen 2. Siliqua de plata de Valente, (364-378 d.C.), emperador de la parte oriental del Imperio y protagonista de la gran derrota romana de Adrianópolis. Fuente: tesorillo.com

La dinastía valentiniana fue la que experimentó la suma fragilidad de la red militar del Imperio. Amiano Marcelino cuenta que Valentiniano tuvo que pedir ayuda a lo burgundios para luchar contra los francos, sajones y alamanes después de que los reclutas romanos de sus filas hubieran sido diezmados y le fuera imposible reunir nuevos soldados entre las reclutas obligatorias. Como pago, parte de esos bárbaros fueron asentados en el valle del Po, en el norte de Italia, y por tanto a las puertas de la misma Roma; lo que refleja la debilidad del emperador a negarse ante un pueblo bárbaro que quería asentarse en un territorio determinado.

Los choques entre Roma y los godos.

Desplazándonos ahora al lado romano-oriental, es en esta época en la que se fortalecieron los movimientos migratorios de los godos. Amiano distinguió dos confederaciones:

  • Los tervingios localizados entre los ríos Dniéster y Don y que se han representado como visigodos por Jordanes en el siglo VI.
  • Los greutingos localizados al otro lado del Dniéster y que se representaron después como ostrogodos.

Las fuentes nos presentan a Atanarico como primer jefe del pueblo godo manteniendo tratos con el emperador Valente respecto a armas, comida y respecto a misioneros arrianos en sus dominios, a los que, según estas fuentes, en un primer momento expulsó molesto y sin contemplaciones.

A estas incursiones godas se sumarían las de otros pueblos como sármatas, cuados, roxolanos, alanos y otros pueblos que en aquel momento habitasen en la zona danubiana. Las renovadas incursiones germanas en Occidente abrían así el período más conflictivo en las relaciones entre romanos y bárbaros, período materializado en dos sucesos que vamos a desgranar a continuación.

Imagen 3. Una imagen representativa de Tracia, mezcla de estepas y montes con flora característica del bosque mediterráneo. Fuente: flickr.com

El primero de ellos fue la buscada muerte de Valentiniano, emperador de Occidente en 375, enfrentando a los cuados del Danubio cuyo jefe había sido asesinado en un banquete durante unas negociaciones de paz. Su muerte supuso la automática reunificación del Imperio bajo el reinado de su hermano Valente aunque este entregó Galia, Hispania y Britania a Graciano e Italia, África e Iliria a Valentiniano II, hijo de una concubina y que quedó bajo la tutela de Graciano. Ambos eran hijos del difunto emperador occidental. El segundo de estos sucesos resulta más impactante. Zósimo narra cómo la confusión reinaba en las fronteras danubianas por culpa de los godos mientras el emperador organizaba de nuevo a los ejércitos para enfrentarse a los pueblos de Tracia desde su base en Marcianópolis. Desde aquí el emperador oriental desató una ira desmedida contra los bárbaros de las aldeas construidas entre selvas y pantanos empleando la guerra sucia y generando tanto horror y odio que después se materializaron en el episodio de Adrianópolis.

(…) Como éstos no se atrevían a aguardar a pie firme un combate en regla, sino que se mantenían ocultos en los pantanos (…) ordenó a los soldados que se mantuvieran en su sitio y, reuniendo a todos cuantos formaban parte del servicio del ejército y también a los encargados de vigilar los equipajes, prometió regalar cierta cantidad convenida de oro al que presentase una cabeza de bárbaro. Todos entonces, súbitamente exaltados por la esperanza de enriquecerse, penetraron en selvas y pantanos dando muerte a cuantos hallaban (…) (En Rosa Sanz, p. 107, 2009).

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Imagen 4. Godos y romanos chocan en Adrianópolis, una batalla en la que pereció el propio emperador Valente y que supuso un punto de inflexión en la relación de Roma con los godos. Fuente: despertaferro-ediciones.com

Las razones que dieron paso a este suceso y que nos narra Amiano Marcelino consisten en que los godos suplicaron al emperador Valente que éste los admitiera en sus territorios. El emperador puso como condición que éstos debían despojarse de las armas. El historiador relata que los romanos cometieron todo tipo de engaños pues los generales les pedían un precio exorbitado por la carne que aquellos solicitaban para saciar su hambre e incluso les vendieron perros inmundos a cambio de sus propiedades, hijos y padres, a los que entregaron como esclavos para que no murieran de hambre. Además tuvieron la intención de asesinar a sus cabecillas Alavivo y Fritigerno en un banquete; tras lo cual las masas atacaron y mataron un gran número de soldados y estos jefes se decidieron por proseguir la guerra, realizando terribles matanzas y, portando las armas romanas, se dispersaron por un amplio territorio sin encontrar oposición. Zósimo nos dice:

(…) Cruzaron los oficiales superiores y cuantos desempeñaban mando militar con el objeto de escoltar a los bárbaros desarmados por las fronteras romanas, pero no atendieron sino a elegir mujeres hermosas, a capturar muchachos lozanos con propósitos inmundos y a procurarse siervos y aparceros. Absortos en ello, descuidaron cualquier otra medida encaminada al provecho público, de donde naturalmente resultó que la mayoría pasó inadvertidamente con sus armas. (En Rosa Sanz, p. 109, 2009).

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Imagen 5. Momento en que las fuerzas de Valente, intentando asaltar la posición elevada y fortificada con un círculo de carretas de las fuerzas de Fritigerno; son rodeadas por éstas y exterminadas. Fuente: wikimedia.org

La culminación de la narración de estos hechos consiste en la debacle romana de Adrianópolis que le costó la vida a Valente el 9 de Agosto de 378 a manos del jefe godo Fritigerno, jefe de los greutingos y rival de Atanarico, del que ya hemos hablado. Los godos en realidad habían sido las víctimas de la corrupción romana y su reacción estuvo justificada. Valente estuvo solo a pesar de que pidió ayuda a Graciano.

La exterminación que sufrieron los romanos fue tal, que lo impactante de todo es que el cuerpo del emperador nunca fue recuperado, tal terror albergaron los romanos a acercarse tras la batalla al lugar del enfrentamiento. Los bárbaros se extendieron entonces abriendo un nuevo período histórico.

Graciano eligió a Teodosio como emperador de Oriente en 379, un emperador nacido en Cauca (Segovia). Desde ese momento fue el encargado de lidiar con los distintos grupos beneficiados del desastre (tervingios y greutingos), que deambulaban ahora por Mesia, Grecia, Tracia y Panonia.

Bibliografía:

LENSKI, N.: «El día más nefasto. La batalla de Adrianópolis», en Desperta Ferro Antigua y Medieval Nº 50, pp. 40-48. Madrid, 2019.

SANZ SERRANO, R: Historia de los godos. Una epopeya histórica de Escandinavia a Toledo, Madrid, 2009.

Publicado por

Liubagild

Me llamo Miguel Ángel Municio Castro y soy historiador, arqueólogo y docente de Geografía e Historia en ESO y Bachillerato. La historia de este blog se remonta a 2014, cuando decidí iniciar un proyecto de divulgación histórica para que el gran público conociera y comprendiera aquello que llaman Antigüedad Tardía, un período que va desde el siglo IV al siglo VII d.C. y que todavía hoy no se conoce mucho, incluyéndose de forma errónea en la Edad Media. Poco a poco fui ampliando el repertorio a la Edad Media, y cuando me convertí en docente decidí abarcar también toda mi disciplina con entradas de Geografía e Historia del Arte para que mi alumnado, además del gran público, tuviera un lugar de referencia de cara a su formación. Y aquí estoy, aprendiendo cada día un poquito más para compartirlo contigo. ¡Espero que disfrutes tu visita en Romana Insolentia!

3 comentarios en «El desastre de Adrianópolis»

  1. Una de mis batallas favoritas, el inicio del declive de uno (Imperio de Occidente) y el surgimiento del otro (Imperio de Oriente) Muchas gracias por compartir la nota.
    Por cierto ¿tendrás bibliografía referente al imperio Bizantino?

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    1. Hola Angest, muchas gracias por pasarte y comentar; cada miércoles subo un artículo nuevo 🙂 Respecto a bibliografía bizantina no domino mucho, sólo puedo recomendarte «Hispania y Bizancio. Una relación desconocida» de Margarita Vallejo Girvés; que es un libro dedicado a estudiar la relación de bizantinos y visigodos entre los siglos VI y principios del VII en Hispania.

      ¡Un saludo! También estoy en Facebook por si te interesa, encontrarás el botón a la derecha del blog 🙂

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      1. Muchas gracias por la info, tratare de buscarlo.
        Ya te envié la invitación en el facebook, son muy interesantes tus artículos, muchas gracias por compartirlos.
        🙂

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