A menudo se tiende a obviar aquellos aspectos que no tienen que ver con lo puramente histórico o arqueológico cuando hablamos de culturas antiguas; pero lo cierto es que los aspectos geográficos son fundamentales para entender la relación del hombre con el medio a lo largo de los años. En esta entrada nos adentramos en Grecia desde un punto de vista geográfico para comprender los condicionantes que afectaron a los pueblos que vivieron y viven aquí.
Aspectos geológicos y climáticos.
Imagen 1. Mapa físico y político de Grecia en la actualidad, un territorio eminentemente montañoso y con multitud de islas. Fuente: mapamundi.online
El clima, los recursos y el paisaje de Grecia han de estar siempre presentes a la hora de estudiar su Historia, ya que han influido de manera muy notable en la dirección hacia la que las sociedades se han desarrollado. Si tenemos algo claro en los datos etnográficos que tenemos disponibles, es que los grupos humanos no organizan sus vidas atendiendo únicamente a la relación de coste-beneficio, aunque tampoco encontramos una disposición a vivir en un entorno que no favorece el asentamiento. Las comunidades prehistóricas de Grecia hicieron un esfuerzo muy considerable en adaptar sus prácticas a la tierra y al clima.
En Grecia encontramos un obstáculo fundamental para el viaje por tierra, el paisaje eminentemente montañoso. Como media en la actualidad, menos de un tercio de la tierra es considerada arable, aunque buena parte de ella puede utilizarse para otros propósitos como el pastoreo. La principal diferencia en el paisaje estriba en la existencia de extensas llanuras al norte, mientras que en el resto las montañas y las colinas proliferan por el país conformando innumerables llanuras y valles costeros o de interior. La importancia de las montañas se debe a la posición del Egeo entre dos placas tectónicas, la africana y la euroasiática, cuyo roce constante ha provocado una intensa actividad tectónica todavía apreciable hoy. Esta actividad tectónica ha conformado una compleja distribución de distintos tipos de roca, si bien la predominante es la caliza, aunque en las zonas volcánicas no es tan predominante, encontrando ahí una intensa variedad de rocas ígneas.
En la Grecia meridional no hay ningún punto situado a más de 60 km del mar, introduciéndose este muy profundamente hacia el interior en el istmo de Corinto. Esto no se ha debido tanto a la actividad geológica, sino más bien a la continua elevación del nivel del mar debido al calentamiento global. Gracias a esta presencia sempiterna del mar, el clima es más suave en esta zona, además de suponer una vía de transporte mucho más rápida que el camino por tierra; aunque son famosas las tormentas peligrosas que podían hacer naufragar, y de hecho lo hicieron, a numerosos barcos. Dado que en Grecia las corrientes fluyen naturalmente en dirección al oeste a lo largo de la costa meridional de Anatolia, para los barcos es más fácil viajar desde el este que dirigirse hacia allí, aunque otras corrientes pueden llevarlos directamente hacia el suroeste, a Egipto, y también al norte, hacia Italia.
Imagen 2. Vientos predominantes en verano en Grecia (flechas rojas) y principales corrientes de superficie (flechas azules). Fuente: bienvenidoabordo.com.ar
En cuanto al clima de Grecia, no parece haber variado gran cosa desde el final de la Era Glaciar. Durante la Prehistoria tal vez fue más cálido y seco que en la actualidad, encontrando un predominio del clima mediterráneo semiárido, caracterizado por largos veranos secos y cálidos e inviernos fríos con muy pocas heladas, aunque en las partes más septentrionales hay un clima más continentalizado con temperaturas más extremas de calor y de frío, así como lluvias, que son más abundantes aquí y en el oeste de Grecia que en el sur y siendo las islas griegas los lugares donde menos llueve. A pesar de que estos contrastes no son demasiado acusados, si los juntamos con la geología local pueden dar lugar a una gran variedad de terrenos que a su vez originan diversos tipos de vegetación natural. Encontramos, en definitiva, un paisaje muy diverso en flora y fauna muy propicio para el desarrollo de las comunidades de la Prehistoria y la Edad del Bronce.
Los suelos originales de Grecia fueron creados a raíz de la erosión de las rocas calizas, siendo esta especialmente extrema en las laderas más inclinadas por factores tan sencillos como la gravedad, impidiendo que se formasen aquí grandes superficies arbustivas. La vegetación original sería una mezcla de estemas, prados con algunos arbustos y árboles y bosques en aquellas áreas mejor drenadas, con vegetación de monte bajo en algunas colinas. El bosque denso, por tanto, sólo estaría presente en las áreas de mayor pluviosidad de la Grecia septentrional y occidental.
Flora y fauna.
La información obtenida a partir de madera carbonizada y muestras de polen es relativamente escasa y su interpretación discutida, pero parece que, originariamente, los árboles de hoja caduca eran mucho más abundantes que ahora. Estos datos, junto a los tipos de madera que podemos interpretar en las tablillas escritas en Lineal B procedente de Pilos indican una gran presencia de este tipo de árboles de hoja caduca a lo largo de toda la Edad del Bronce, como el fresno, el boj, el espino cerval, el olmo, el castaño de Indias, el arce, el roble, el álamo, el sauce y probablemente el tejo. Si echamos mano de la representación artística, también podemos ver que los frescos de Akrotiri, en Tera, también tienen un “aire mediterráneo”, pudiéndose interpretar aquí el pino, la higuera y también la palmera, que aún es oriunda de Creta.
El principal aprovechamiento de la mayoría de árboles sería como madera y retoños verdes para el ganado a modo de forraje, pero no debemos olvidar que las bellotas pueden consumirse, y de hecho Heródoto calificaba a los arcadios como “comedores de bellotas”. Plantas comestibles más pequeñas pudieron crecer también en los campos, como cebada, avena, lentejas, guisantes y coriandro, así como el lino, cuyas semillas contienen aceite y sus fibras eran utilizadas para el tejido. Cabe suponer que plantas como los ajos y cebollas silvestres, así como hierbas como la albahaca, la menta, el orégano, el romero, la salvia y el tomillo se utilizaron desde el momento en que fueron descubiertas, y de hecho el azafrán también era una planta muy utilizada.
Imagen 3. Cabra salvaje sobre un risco en Creta. La roca caliza, los mamíferos salvajes como este y el bosque mediterráneo predominante alrededor sería también el patrón fundamental en la Prehistoria y Edad del Bronce griegas. Fuente: easyviajar.com
Respecto a la fauna, podemos decir que la información más abundante procede de la Grecia continental. Los animales que se cazaban con mayor frecuencia son el ciervo rojo, el jabalí salvaje y la liebre, aunque también se han encontrado restos de corzos y gamos, conejos e íbices. También se han encontrado restos de animales que hoy en día son muy extraños aquí o directamente han podido desaparecer, como el zorro, el castor, el oso, el tejón, el león, la garduña, el lince, la nutria, la comadreja, el gato salvaje y el lobo. Los anfibios y reptiles y roedores de pequeño tamaño abundarían, y aún hoy día son muy habituales.
El mar también pudo ser una importante fuente de alimento, pues muchas especies actuales de peces han sido identificadas en yacimientos, como el atún. Las criaturas marinas que con más frecuencia aparecen en los yacimientos son, de todos modos, las conchas de diversos moluscos incluyendo el múrex, del cual se obtenía la púrpura.
Recursos minerales.
Imagen 4. Carta geográfica de la región de Laurión, en el Ática. Esta zona fue la principal productora de plata mezclada con plomo de Grecia; si bien existirían otros pequeños depósitos metálicos que han sido agotados desde la Antigüedad. Fuente: Wikimedia.org
Respecto a las materias primas hemos de decir que no abundan en Grecia, salvo las arcillas y la piedra de cantería. En el Egeo, la obsidiana procedía sólo de Melos, el esmeril de Naxos y Samos, el cristal de roca de Creta y el mármol blanco de Paros, Naxos y el Ática. Los metales también escasean, aunque son famosos los yacimientos del Laurión, en el Ática, que no sólo contenían plata mezclada con plomo, sino también con cobre. Tenemos noticias de depósitos de cobre, plata y oro en Laconia, aunque son informaciones que aún están en discusión; sí podemos afirmar en cambio que el estaño siempre hubo de importarse y es altamente improbable que Grecia fuese autosuficiente en metales como el cobre o el oro.
Como conclusión, podemos decir que Grecia nunca fue un país especialmente rico o fértil. Su clima convierte a la sequía en una constante amenaza, del mismo modo que una helada o una lluvia inoportuna pueden arruinar la cosecha, siendo frecuentes los años flojos. Muchos textos, antiguos y modernos, han insistido siempre en su pobreza; sin embargo sería ir demasiado lejos el sugerir que las comunidades griegas vivían siempre al borde del hambre o la escasez. El registro arqueológico sugiere largos períodos de relativa estabilidad e incluso de un modesto crecimiento durante la Prehistoria y durante tiempos ya históricos, que difícilmente podrían haberse mantenido en condiciones de escasez o hambrunas.
Bibliografía:
Dickinson, o. (2000): La Edad del Bronce Egea, Akal Ediciones, Madrid.
García Iglesias, L. (2000): Los Orígenes del Pueblo Griego, Síntesis Editorial, Madrid.
Perea Yébenes, S. (2020): Vida y Civilización de los Griegos, Sílex Ediciones, Madrid.
Uriarte, A. (2003): Historia del clima de la Tierra. Servicio central de publicaciones del gobierno vasco, Vitoria.