En la anterior entrada hicimos un recorrido más o menos sintético —y un poco intenso— por los diferentes tipos de relieve que contiene nuestro país, que le dan forma y que han marcado hitos tan importantes como las fases de repoblación a lo largo de la Edad Media. Pero estas unidades montañosas también juegan un importante papel en otro aspecto mucho menos visible y que en cambio nos afecta intensamente día a día: el clima. Entonces… ¿Hará calor o frío esta semana en el Mediterráneo? ¿Por qué? ¡Vamos a descubrirlo!
Los factores que condicionan el clima.

El clima peninsular está caracterizado por una serie de factores geográficos entre los que podemos encontrar:
– La latitud: La Península Ibérica está ubicada en la zona templada del hemisferio norte, lo que determina la existencia de dos estaciones bien marcadas —aunque cada vez menos, debido al calentamiento global— como son el invierno y el verano, separadas por otras de transición como el otoño y la primavera; si bien el contraste entre estaciones es mucho más leve en las Canarias. Debido a la latitud que ocupamos, la península se ve afectada por el paso de frentes que provienen del Atlántico y que tienen más incidencia en el norte y el noroeste peninsular.
– La posición: La Península Ibérica se encuentra situada en el extremo suroeste del continente Euroasiático y está separada de África por el Estrecho de Gibraltar, de apenas 14 kilómetros de ancho. Esta ubicación conlleva que nos afecten las masas de aire europeas y las africanas; pero, además, al estar entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, nos afectan también las perturbaciones generadas en ambos.
– La configuración maciza: Ya comentamos en las entradas anteriores que la Península Ibérica es maciza, con lo cual el interior peninsular tiene escasa influencia del mar debido a la disposición generalmente paralela a la costa de los relieves exteriores a la Meseta, así que la amplitud térmica —la diferencia de temperatura entre el día y la noche— es muy elevada, limitándose la influencia suavizante del mar tan sólo a las zonas litorales.
A parte de los factores geográficos, hemos de decir que también nos afectan otra serie de factores termodinámicos, entre los que encontramos:

– La circulación en altura o Jet Stream: También conocido como el Chorro Polar, que varía su posición en latitud a lo largo del año de acuerdo con las estaciones, encontrándose en invierno mucho más al sur y afectándonos más directamente, y en verano encontrándose mucho más arriba. A principios de otoño y primavera pueden producirse fenómenos de DANA —Depresión Aislada en Niveles Altos— en el Levante español, debido al desprendimiento de una célula de aire frío del Chorro Polar que queda aislada en altura rodeada de masas de aire cálido, lo que provoca que el aire frío descienda muy rápidamente provocando chubascos y precipitaciones muy localizadas y de gran intensidad.
– La circulación en superficie: Que vendrá determinada por los centros de altas y bajas presiones que seguro os suenan de los partes meteorológicos. Entre los centros de altas presiones que afectan a la península encontramos:
– El anticiclón de las Azores: De carácter dinámico —se desplaza en latitud— y de origen tropical. En verano ocupa latitudes más altas y en invierno desciende, por eso actúa como la principal barrera en verano ante los frentes que provienen del Atlántico.

– El anticiclón sahariano: Influye ocasionalmente en la península en verano, siendo el causante de la calima que proviene del Sáhara y de las lluvias de barro de las tormentas veraniegas debido a esto.
– El anticiclón escandinavo: También es de carácter dinámico y de origen polar, generando masas de aire frío que provocan temperaturas bajísimas. Nos afecta ocasionalmente en invierno.
– El anticiclón peninsular: Es de origen térmico —se genera por las bajas temperaturas del suelo en invierno— y provoca heladas y temperaturas muy bajas.
Entre los centros de bajas presiones que afectan a la península encontramos:
– La depresión de Islandia: De carácter dinámico y localizada en el Atlántico norte, cerca de Islandia. Cuando interactúa con masas de aire cálido genera frentes que nos afectan, provocando abundantes precipitaciones.
– La depresión de Génova: De carácter dinámico y que genera inestabilidad y precipitaciones en el litoral mediterráneo.
– Las depresiones térmicas continentales: De origen térmico —se generan por las altas temperaturas del suelo en verano— y se dan en la península y en el norte de África, siendo las responsables de las olas de calor y las altísimas temperaturas que nos afectan algunos días de verano.

No podemos olvidarnos de hablar de las masas de aire y los frentes. Las primeras se originan en zonas anticiclónicas de los polos y en las áreas subtropicales del planeta, y sus características dependerán de la latitud y de la superficie donde se hayan formado, proviniendo las que afectan a la península normalmente de la zona polar y subtropical. Por otro lado, los frentes son la superficie de contacto entre dos masas de aire, y los que afectan principalmente a la península son:
– El frente polar: Es muy habitual por la influencia del Jet Stream y nos afecta sobre todo en invierno, desplazándose de oeste a este y generando precipitaciones.
– El frente mediterráneo: Se da sobre todo en otoño y también genera precipitaciones.
– El frente ártico: Nos afecta ocasionalmente en invierno y provoca temperaturas muy bajas.
– El frente de los alisios: Se da en Canarias y provoca mucho calor y humedad.
El tiempo en la Península Ibérica dependiendo de las estaciones.
En primer lugar, tenemos que aclarar que hablaremos de tiempo ciclónico cuando se den condiciones como inestabilidad, viento, nubosidad y precipitaciones; y tiempo anticiclónico cuando se de estabilidad, insolación y contrastes térmicos entre el día y la noche.
En verano asciende en latitud el ya mencionado anticiclón de las Azores, actuando como barrera de las precipitaciones que provienen del Atlántico. Es frecuente que aparezcan depresiones térmicas debido al intenso calor que hace en superficie, lo que puede provocar la aparición de tormentas por la tarde; y además no podemos olvidar las olas de calor que proceden desde el norte de África debido a las depresiones térmicas que se producen también allí.
En invierno la situación habitual es la anticiclónica. En esta época el anticiclón de las Azores ha bajado en latitud y no nos afecta, pero sí que lo hacen los anticiclones del continente europeo y los que se generan en el interior peninsular. Se dan situaciones de aire seco y frío de componente nordeste y cielos despejados cuando los anticiclones mencionados desvían el frente polar y sus precipitaciones hacia el norte; pero que por su parte también pueden provocar lluvias o nevadas.
En primavera y otoño la situación es mucho más inestable climáticamente, por lo que es más habitual que nos afecten las perturbaciones del frente polar y sus precipitaciones, así como los fenómenos de DANA en el Mediterráneo debido a la depresión de Génova.
Hemos de destacar en un breve apartado a las islas Canarias, pues aquí la situación suele ser estable y donde el anticiclón de las Azores tiene gran protagonismo, así como el viento del noreste, fresco y húmedo. En invierno pueden darse temporales de intensas precipitaciones en poco tiempo, mientras que en verano las olas de calor del Sáhara que provienen del este o el sureste generan intensas olas de calor.
Los dominios climáticos españoles.

Por último, y ya para finalizar el artículo, me gustaría destacar los diferentes dominios climáticos españoles, ya que merece la pena conocerlos para saber las características climáticas de cada región o incluso donde un vive. Vamos allá.
Zonas de clima oceánico.
– Clima oceánico puro: Se da en el litoral atlántico del norte y la franja cantábrica, y se caracteriza por tener veranos frescos e inviernos suaves. Aquí, las precipitaciones son abundantes con más de 800 mm anuales y existe una amplitud térmica de entre 10 y 12 grados.
– Clima oceánico de transición: Se da en el interior de Galicia y en una estrecha franja al sur del anterior. Aquí, los veranos son más calurosos y los inviernos son más fríos, mientras que las precipitaciones son algo menores que en el caso anterior y al menos hay un mes sin lluvias en verano. La amplitud térmica ronda entre los 12 y 15 grados.
Zonas de clima mediterráneo.
– Clima mediterráneo marítimo: Se da en todo el litoral mediterráneo, Baleares, Ceuta y Melilla, con veranos calurosos e inviernos suaves. Aquí, las precipitaciones son escasas e irregulares presentando aridez en verano y rondando los 300 – 750 mm anuales. La amplitud térmica es similar al clima oceánico de transición, entre 12 y 15 grados.
– Clima mediterráneo continental: Se da en el interior peninsular y tiene más contrastes que el anterior, con precipitaciones similares y una amplitud térmica que puede superar los 16 grados.
– Clima mediterráneo árido: Se da en el sureste peninsular y en algunos puntos del valle del Ebro. Aquí, las precipitaciones son realmente escasas e irregulares, y rara vez superan los 300 mm anuales, con una aridez muy prolongada. La amplitud térmica es igual que en el mediterráneo marítimo.
Clima subtropical.
Este se da en Canarias, y se caracteriza por tener temperaturas elevadas y una amplitud térmica igual o inferior a 8 grados. Aquí, las precipitaciones son insuficientes e irregulares, aunque esto varía en función de la altitud en el caso de zonas como el Teide.
Clima de montaña.
Este se da en los Pirineos, la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico, el sistema Central y la Cordillera Penibética. Aquí, las temperaturas son bajas por lo general, los veranos son frescos y los inviernos muy fríos. Las precipitaciones pueden ser en forma de lluvia o nieve y son abundantes, superando en ocasiones los 1000 mm anuales.
Bibliografía:
Imagen de cabecera: La Península Ibérica durante la ola de frío «Filomena». Fuente: larazon.es
vv.aa (2002): Geografía de los Grandes Espacios Mundiales I y II. Editorial UNED.
vv.aa (2009): Geografía General I. Geografía Física. Editorial UNED.